18.6.11

Ñáñaras en las entrañas


¡Quién iba a decir que la Dana algún día iba a terminar escribiendo de música! 

Quizás sea el único post de música que lean de mí.

Ojo: tengo un ipod, en el iphone traigo música, todas las mañanas amanezco con mi música programada (a veces feliz, a veces triste), pongo música en el coche, escucho música cuando camino, me gusta seleccionar música según mi humor para el yoga, luego curioseo cuando la gente postea al respecto... Tengo playlists varias: una con lo más nuevo, "la chilladera", "little sad ones", "cumbias y nacaradas" (sobre todo pa' las fiestas o cuando tengo ganas de rumbear), "Lupita D'lesseando" (ay, en serio no necesito decirles qué trae ésta), "Música para coger" (mera fantasía, porque es una lista que nomás uso cuando fumo alguito, o ando muy zen y la estoy guardando para el hombre con el que valga la pena usarla),  "Favs favs favs" (que cambia cada cierto tiempo, por supuesto) y así. A veces me harto de las listas, las borró con un botonazo y me doy a la tarea de crear listas nuevas. 

Pero no, no soy musiquera (uso ese término porque desde que  lo  leí con "Love Story" y nunca pude dejarlo). Es uno de mis temas vetados. En mis tiempos de profesora nos decían "no pueden hablar de religión, política o fútbol con los alumnos, la gente se apasiona demasiado y puede haber problemas" obviamente a mí siempre me valió madres y hablo de política porque me encanta (al punto de hacer corajes), hablo de religión por mi ateísmo recalcitrante y hablo de fútbol sólo por chingar y reírme de los que se apasionan (además no hace falta ser sabio para ver grandes diferencias entre el fútbol de buena calidad y el de mala calidad). Y entonces... no hablo de música. Desde que tengo memoria la gente se apasiona hasta puntos exasperantes. Con los años descubrí que mientras más se crea virtuosa la gente en el tema, más discriminan si no te gusta lo mismo. Entonces, opté por guardarme mis opiniones al respecto hace muchos años (shoved it up my ass, dirían por ahí). Pero, tomé la postura de escuchar lo que fuera, sin prejuicios. No me importa, me gusta escuchar de todo. Puedo discriminar respecto a mil cosas, pero no respecto a los gustos musicales de la gente. Yo escucho de todo, y soy más cancionera que otra cosa. Si la canción me gusta, la traigo en el ipod. Lo demás me vale madres. Traigo desde Ana Gabriel hasta Led Zepellin (aaaay gooooei, ¡Qué ecléctica!). 

Pero... hoy me replanteo algunas cosas sobre la música y yo. 

Pocas veces he ido yo a conciertos. ¡Vaya uno a saber por qué! A lo mejor un día dije "ay, aglomeraciones, qué hueva" o porque preferí gastar mis pocos pesos en otras cosas, o porque como soy cancionera, no me interesa tanto pagar para ver a un artista. Quién sabe. Nunca pensé en la enorme acumulación de energía positiva que hay en los conciertos. Me di cuenta el otro día que estaba en un barcito muy feíto y tocaban trova (ay qué feo, también), pero la cara de los muchachos que cantaban era de completo éxtasis al cantar sus cancioncillas. Después fui a dar a otro bar muy tranquilito y nice, con sonido envidiable y una pantalla enoooorme; pasaban live 8. Se oía tan fuerte y los aplausos y las cientos de miles de voces cantando al unísono y eso, que de repente y de la nada se me puso la piel chinita y me sentí completamente abrumada. ¡Había olvidado eso de la energía enorme que uno siente al estar rodeado de miles de personas en la misma vibra hipnótica y perfecta! Sin saberme todas las canciones, ¡lo que hubiera dado por estar rodeada de esa energía! Las pocas veces que me ha pasado han sido maravillosas. Y si me ha pasado hasta mediante una pantalla, pinche maravilla que sea en vivo. 

Días después me tocó ver a los haters vs los lovers de U2 en México. A mí U2 no me gusta, pero sólo por la energía y la vibra hipnótica  y perfecta hubiera ido (aparte son como Maná, todos nos sabemos aunque sea alguna canción o pedazos de varias). "Qué chingón", pensé, "por todos los que fueron, por todos los que aman su música, por todos los que los van a ver en vivo y de cerca". Vi las fotos, leí que era un súper espectáculo y me dio envidia. 

Después me tocó que conocí a un músico. Y que nunca lo he visto tocar, pero habla con tal pasión de la música, que se la creo toda. Y conozco a mucha gente que se siente viva por la música que escucha aunque no sepa tocar instrumento alguno. Son fieles devotos de la música que escuchan. Y entonces, con Eugenio me pasó que comprendí que él siente la misma pasión por crear música que la que yo siento cuando escribo. El mismo miedo de enfrentarte a la hoja en blanco, el mismo dudar sobre qué tan bueno eres y puedes llegar a ser, el mismo dejarse llevar una vez que estás sumergido en el proceso de crear algo tuyo. 

Y hay muchas cosas de la música que yo no voy a entender jamás, como por qué hay ciertos pianos que me vuelven loca, o por qué cuando escucho Wish you were here siento ñáñaras en las entrañas o que con la de Cinema Paradiso siempre chillo como una niña desamparada o que cuando escucho las cumbias de Margarita siento el impulso loco de bailar o que con las de Juanga me dan ganas de empedar cada vez o que con las de Michael Jackson siento mucha nostalgia noventera y ganas de cantar o que con la de Kashmir de Led Zeppelin me siento en las nubes o que con las de la Lupe Da'lessio me siento la más poderosa o que...  No puedo explicar por qué a mí me pasa eso con esas canciones en específico y hay quien siente ñáñaras en las entrañas con una de Bronco o chilla con una de La Arrolladora Banda el Limón. La música le da explicación a muchos de los sentimientos que somos incapaces de expresar con palabras. 

Y la música (como muchas otras cosas hermosas de la vida) debería de unirnos, no separarnos. Como en los conciertos.