Si la Dana de 2010 hubiera conocido a la Dana de hoy no se lo habría creído. Mucho menos la de 2009 o la de 2008 o la de 2007... Jamás creí que mi intensidad para las cosas terminaría volcada en hacer activismo pro peatones. Jamás.
Recuerdo muy bien mi impotencia y mi llanto, desde niña y hasta adolescente por ser muy distinta a mis papás o a mis hermanos. Recuerdo la intensidad feroz dentro mío, incontenible, inevitable, como fuego quemándome en el vientre cada vez que peleaba con mi papá, cada vez que me prometía a mi misma en medio de lágrimas y mocos que algún día les probaría de qué estaba hecha, que algún día voltearía atrás para decirles que se habían equivocado conmigo. Recuerdo ese fuego claramente, muy claramente. Entonces no sabía que me convertiría en activista, ni siquiera sabía en qué o cómo. Yo sólo sabía que terminaría haciendo algo que mantuviera el fuego adentro mío consumiéndose fuertemente.
Tampoco la Dana de la prepa se lo hubiera imaginado. Ella era fiestera, borracha, incomprendida, estaba confundida en medio del divorcio de sus padres y quería entrar en el mundo Tulense ridículo de lo que está "bien" y lo que está "mal".
La Dana que quiso ser abogada casi acaba conmigo. Estuve en el camino de estudiar derecho gracias a mi mamá y a querer salir de casa, con la única idea de terminar la carrera pAra convertirme en ama de casa.
Después estuve absorta en el trabajo y en una relación que casi me hacen convertirme en la Señora Dana.
Luego vino el 132 y todo cambió. Después de eso: un montón de reflexiones. De lo ingenuos que habíamos sido y de todos los errores que cometimos. Pero las cartas ya estaban sobre la mesa: por primera vez desde mi infancia y mi pubertad volví a sentir ese fuego en las entrañas. Luego me fui a Europa, donde pasé 6 meses pensando en cómo haría para sentir ese fuego siempre, para poder encauzarlo y trabajarlo y llevarlo a buen puerto. Generar algo con esa parte de mí que nunca antes había podido encauzar.
No sé cómo la movilidad y los peatones llegaron a mi vida. Intento recordar el momento en que empezó y no logro entenderlo. Algo tendrían que ver mis 6 meses de peatón en República Checa, Paco Deimos, Roxana Montealegre y un montón de switches que se prendieron a mi regreso a México.
Pocas cosas en mi vida me han hecho sentir la satisfacción que siento con mi activismo, saber que he cambiado formas de pensar alrededor mío y que genero reflexiones en los demás a partir de las cosas que ahora sé. Que es transmisión de conocimiento y generación de conciencia, que es pelear y lugar y exigir a los gobiernos, que es dialogar para generar política pública. He conocido gente maravillosa en el camino. Gente como yo en muchos rincones del país. Hemos generado una red nacional y apenas vamos empezando.
Mi camino en el tema apenas va tomando forma y parece que su destino es profesionalizarme.
Hoy me dijeron que soy agresiva y regañona en el tema. Habrá veces en que lo he sido, sin duda. Pero, tristemente creo que es más lo fuerte del paradigma del coche, que cualquier cosa que pudiera yo decir. Gracias al conocimiento que hoy tengo en el tema, puedo decir que hablo más con argumentos, que con el estómago y que el tiempo terminará por darnos la razón a pesar de toda la reticencia de los que hoy se molestan.
Creo también que a veces se tiene que ser frontal y directo para hablar de estos temas y de los errores que en nuestras ciudades hemos cometido en aras del supuesto progreso que trajo el automóvil. Tengo montones de ciudades como ejemplo para probarlo.
No imagino un Martín Luther King diciendo "ay chale, es que hay que ser lindo y amable con los blancos para que entiendan". Algunos pensarán que la comparación es ridícula y de nuevo se equivocan: estamos hablando de derechos de personas que están siendo pisoteados por una minoría que simplemente tiene mejores oportunidades y más dinero. Parecido a la lucha racial de MLK.
En fin. Cierro este texto con la tranquilidad de que lo que decimos y auqello por lo que luchamos sucederá, con o sin nosotros, con o sin "regaños" y "agresividades" (sentimiento de los cochistas), no por mí o por mis companeros, sino porque es una tendencia mundial que sólo busca que vivamos mejor.
Qué cosas. Esos que se sienten ofendidos se las dan de grandes seres humanos y se molestan como un tema que pone sobre la mesa las externalidades del uso del auto y que sólo pretenden vivir en mejores ciudades y que nuestros hijos tengan una mayor calidad de vida.
Qué les aproveche, mis incoherentes egoístas cochistas.
Pasará.