13.10.10

¿Dana Reloaded?

La cosa es bien sencilla. Hoy escribo desde el hospital. Otra vez desde el hospital.
     No, no estoy enferma. No yo. ¿Qué es peor, estar enferma o ver a quien uno quiere enfermar?
   No quería escribir este post sino hasta final de año, pero dije "ni paper", no entiendo porque el aferrarnos a ciertos períodos de tiempo. Y este momento en mi vida, una vez pasado (espero) sí podrá ser contado en alguna unidad de tiempo, pero deseo que también sea sólo eso: una etapa. 
   Sé también que llevo un año posteando cosas sobre enfermedades, muertes y dolores. Lo sé perfectamente y créeme, yo estoy más cansada que tú. 
   El otro día alguien me preguntaba por qué me estreso tanto si vivo en un pueblo. Me quedé callada unos segundos, pensando, y sólo atiné a decir que era por el trabajo. Días después hablé del mismo tema con la misma persona y como casi todo el último año, me solté a llorar. Creo que jamás habían salido tantas lágrimas de estos ojos como en los últimos tiempos. Me solté a llorar porque a veces quisiera ser una chavita de 23 que sólo se preocupa por el noviecillo, la escuela y a qué antro ir el fin de semana. Y mi vida desde hace años no es así. 
   He repetido hasta el cansancio la muerte de mi tío el 31 de julio del 2009, la horrible depresión en la que me sumí después, donde no podía ni comer, ni dormir, ni concentrarme. Como me aislé del mundo y viví mi duelo sola, a oscuras entre las cobijas de mi cama, llorando todos los días. Cómo terminé una relación de dos años y medio que ya sólo me hacía daño, cómo fue de dura y difícil esa ruptura. Después, una suerte de "recuperación" donde empecé a sentir que las cosas mejorarían. Y no, vino el cáncer de mi abuelo y la decisión (completamente segura) de dejar la universidad un rato para estar con él sus últimos meses. Paré mi vida sin imaginar lo difícil que sería todo esto (pensé que sería más difícil seguir en la universidad y con mi familia lejos). Mi regreso a Tula a un mejor y más complicado puesto en la empresa. 
   Y en ese aspecto es específico es que hubo cosas buenas, sí. Pero me ha costado muchísimo trabajo asimilar ciertas cosas. Volví a vivir con mis hermanas después de años de no compartir el mismo techo. Me dio nostalgia y al mismo tiempo, mucho amor. Nos unía/une la misma razón para estar allí y medio que había olvidado lo que se siente tener hermanas. Sin embargo, el ambiente era bien tenso y doloroso. Éramos nosotras 3 y mi tía, cuidando a un par de viejitos enfermos. Una con una cadera rota, persona harto difícil (como niña chiquita) y el otro, el mejor enfermito ever, que nunca se quejaba (a menos que pidiera entre la poquita voz que le salía que hiciéramos el favor de acabar con su sufrimiento) pero con metástasis. Vivíamos entre los lloriqueos, quejas, exigencias, gritos y manías de ella, y la lenta muerte de él. 
     Él era más mi papá que mi papá y ella es más mi mamá que mi mamá. 
   Por eso accedí a todo. Por eso al mismo tiempo que sufría y me estresaba en el trabajo con mi incapacidad para concentrarme, mi duelo, mi dolor, una jefa estresante que me exigía una perfección que yo no podía darle; vivía mis noches cuidándolo a él y oyéndola llorar a ella. Me daba mucho miedo. Miedo de que se me muriera a mi, ahogado. Me daba miedo llegar a ver las sombras que él decía ver. Odiaba despertar con el llanto de ella. Los pocos ratos que podía (mos)  prestarle atención a ella, la verdad es que no tenía la paciencia, ni la cabeza, ni las ganas. No toleraba el hecho de saber que él estaba realmente mal y ella complicaba más las cosas, tratando de llamar la atención a todo momento. A veces mi abuela puede ser desquiciante. La verdad es que ella siempre fue así y cuando uno llega a la vejez, los defectos simplemente se acentúan. Hoy no sé si sigo viviendo mi duelo. Creo que sí. Hay días que lo extraño mucho. Que una mirada, una arruga, un caminado o algo me lo recuerda vívidamente. Hay días  como hoy en que revivo cada uno de los últimos momentos que pasé con él. Aún no puedo recordarlo cachetón y gordo. Todavía lo recuerdo en los huesos, con esa cara horrible de tristeza. Debo confesar; creo que fui cobarde esos últimos momentos. No me gustaba ya entrar en su cuarto y verlo medio inconsciente, sangrando por la nariz por el oxígeno y cada vez más acabado. Mi dolor al verlo era tan grande. Intenté de muchas maneras calmar mi dolor emocional al tiempo que trataba de aminorar el dolor físico de él. Muchas veces creo que lo conseguí, pero la verdad es que no sé si en verdad fue así o si es que a él no le gustaba causar molestias. Con todo ese cáncer que lo carcomía por dentro sólo dos veces pidió Ketorolaco. Pasé sus últimas noches a su lado, mientras tuiteaba, con el sonido del oxígeno de fondo, su tos, su sangre, sus pies extremadamente hinchados que varias veces puse entre mis piernas y masajeaba para eliminar el líquido en ellos. Muchas veces despertaba y decía incoherencias o pedía que lo matáramos. Llegó un punto en el que creí que de tanto hacerme la fuerte, me derrumbaría en medio de la calle, un día cualquiera y enfrente de cualquier desconocido. Pensé no una, sino varias veces en darle el descanso que tanto pedía. Jon Mikel entonces me dijo que tenía que entender el hecho de irse dignamente. Para entonces yo ya había dejado de creer en dios, en un lento proceso que me ha dejado molesta, lastimada y enojada. Pero creo que mi abuelo aún creía y entonces le hablé de ello; de irse dignamente. Quiero creer que me entendió, que lo pensó y que decidió irse dignamente, porque no volvió a hablar del tema. Sufrió mucho el último mes. No volvió a bajar las escaleras de esa casa, sino hasta que su corazón había dejado de latir.  Qué mes tan difícil. La casa se sentía tan pesada, con un olor fétido, a muerte, oscura. Por eso creo que dios no existe. No cabe en mi mente que un hombre tan bueno, tan bondadoso, tan compartido, tan honesto, se haya ido así y que gente malvada viva tranquila y sin consecuencias. La vida o dios no son justos con los injustos. Nunca lo han sido. Por eso dejé de creer. No tolero frasecillas que incluyan el "gracias a dios" o "dios mediante". Mi pequeño consuelo es pensar en que hay personas que viven enfermedades terminales por años o que mueren solos. Él no. Fue relativamente poco tiempo, rápido, no tuvo tanto dolor físico y no murió solo. Murió rodeado de gente que lo amaba. 
   A partir del 25 de abril de 2010, después de 23 años de pasar mi vida a su lado, dejé de creer en dios para creer solamente en mi abuelo, que en alguna dimensión desconocida y superior (que me niego a llamar "cielo") está cuidándome de alguna manera. O quizás no. Quizás en esa dimensión ya olvidó que estamos acá y tiene una vida nueva donde tal vez algún día nos reencontraremos. No lo sé. 
   En ese ambiente, me enamoré. No sé cómo tuve cabeza para tal cosa, pero así fue. Llegó justo a tiempo y a pesar de que duró poco, muy poco, no sé cómo podría contar esta historia de no ser por ese hecho. Me apoyaba a su manera, desde lejos y por ello le estaré eternamente agradecida. Sin embargo, creo que yo no supe ni quise ver que era un hombre confundido y que al final íbamos para caminos diferentes. Quise y me esforcé en creer muchas cosas. Yo sola. En ese momento lo necesitaba. Hasta que un día me di cuenta. Mi abuelo entonces ya no estaba y yo quise creer que lo único que me quedaba era esa relación que me tenía como puberta enamorada. La realidad me golpeó poquito a poco. Él se alejó y yo quise aferrarme a los detalles, a los momentos, a las palabras... hasta que de nuevo mi dolor era tan grande que me di cuenta que no podía vivir así. Fui tajante, como todas las decisiones en mi vida y terminé con todo lo que me lo recordaba. Lloré entonces todas y cada una de mis noches, durante un mes. El día que sentí que que el dolor que traía en el pecho era insoportable y me partía en pedazos, regresé a terapia. Salí enojada conmigo misma por mi pendejez, mi necedad y mi poca humildad. "Él te dejó a ti" me dijo la terapeuta. Y yo no quise creerle, hasta que me di cuenta que sí, que yo soy de esas mujeres que se enamoran y se obnubilan, se anulan, dejan de existir, dejan de vivir sus propios sueños, para adaptarse a los sueños del hombre en cuestión. Qué pendeja. Y entonces me enojé. Por chaquetera mental, por necia y por caer en todos los clichés que tanto critico. Con la calma vino la determinación de saber/creer que la próxima vez intentaré no ser tan pendeja. Uno de los factores determinantes de tal resolución fue cuando la Peka me dijo que me planteara 3 sencillas preguntas: ¿Qué quieres? ¿Cómo lo lograrás? ¿Con quién? Pero fue muy clara; el orden de las preguntas jamás deberá alterarse y la tercera pregunta siempre deberá adaptarse a las dos primeras. Esa persona de la tercer pregunta es alguien que camine conmigo en el trayecto, no que me desvíe de él.
   Cabeza dura como soy, pasé días pensándolo hasta que lo digerí. Trataré de vivir mi vida así. Pero qué chingado miedo a volverme a enamorar y olvidarme de mis planes, de quién soy y qué quiero. En ese sentido, quién sabe qué suceda, porque es difícil romper con un círculo que uno viene viendo/viviendo desde que es chiquita. (NOTA MENTAL: no educar a mis hijas así).
   Y... mi jefa es tan difícil. Me hace las cosas tan complicadas, me hace llorar de frustración. No sé cómo he podido tener tanta paciencia con una mujer así en el trabajo y otra mujer peor en la casa. Ambas me frustran, me cansan, me agotan, me estresan. Pero no, sí sé cómo es que he podido aguantar tanta cosa. Están regresando el insomnio, la manía de chocar los dientes hasta que me duelen las encías, los dolores de cabeza, el bloqueo para escribir, el llanto repentino. No cabe duda, cuando crees saberlo todo, la vida llega y te hace huevos en la jeta. Creí tener estos problemas perfectamente controlados. Ya vi que no. Mi cuerpo está tenso, cansado. Hospital de nuevo. Otra vez operación a mi abuela. Antes de la operación me sentí la persona más mierda porque pensé que si se muriera las cosas serían mil veces más sencillas. Ahora mi tía no está para ayudar. Y sólo entre Dariana y yo nos tenemos que chutar a la viejita. Pensé en lo difícil que sería cuidarla otra vez. Salió bien de la operación y me alegré, sonreí mucho al verla bien. Mi amor por ella sigue intacto. Pero... estoy cansada. Lo difícil (otra vez) viene ahora. Cuidarla en casa.
   Mi corazón y mi cabeza están tan cansados. No sé si podré. 
   Cosas buenas también ha habido, no lo voy a negar. Estoy aprendiendo tanto en el nuevo trabajo. He conocido gente increíble que quiero tener en mi vida por muchos años y que ha sido un gusto conocer. Me enamoré y aunque también lloré mucho no le quito mérito al hecho de que me sentí en las nubes un par de meses (si lees esto, te agradezco mucho). Conocí más de mi y de las cosas que NO debo hacer para evitar volver a cagarla. Volví a escribir y este blog está más bonito a la par de mi blog en Milenio Hidalgo. Gané Twitteras Asesinas . He estado más con mi familia. Y... habrá dos nuevos integrantes en la familia (que llegarán el próximo año). Llevo una vida más sana. Regresaron con más fuerza que nunca mis locas ganas de estar en la universidad. Pero supongo que será rumbo al 2011 que escriba un post positivito. Not yet. 
   Pinche año de catarsis, llantos, muertes, enfermedades... Si me preguntas cómo estoy la respuesta es cansada. I just can't take another heartache. Mi fuerza me sorprende cada día más. No sé de dónde sale. 
   Sé un poco más qué quiero. Sé un poco más que hacer para no cagarla. Creo. 
   Pero tengo el corazón bien bien bien cansado. Hay ratos en que me siento muy sola y desearía el amor y el apapacho de alguien que supiera valorar lo que soy y para donde voy. Alguien que esté. Alguien que comparta mis luchas y limpie mis lágrimas. Pero esto del timing es tan difícil. Y la verdad es que estoy tan cansada que no quiero pasar por lo mismo de nuevo. No quiero que ningún cabrón se me cruce en el camino. No ahorita. No quiero que me lastimen y no quiero lastimarme yo misma de nuevo. Así que, cabrones del mundo vean bien a esta vieja, es lo que hay. Si no son capaces de valorarlo, si no saben lo que quieren, si no les interesa en realidad, si no están en el mismo canal... desaparezcan de mi camino. Ahorita no estoy para que me hagan chingaderas. Y siendo todavía más franca, espero que esta vez yo tenga la capacidad e inteligencia de percatarme y de mandarlos a la chingada de ser necesario. Sin chaquetas mentales y desgaste emocional. 
   Deseo con todo mi corazón que lleguen los buenos días, los tiempos mejores, donde yo pueda escribir en este blog los posts más cagados y más felices. Una Dana que ahora sí vaya a donde quiere ir. Sola o acompañada, pero feliz. Porque esa Dana, my friends, es la que hace mucho no veo, pero que muero de ganas de reencontrar. Después de tantas cosas sólo puede venir mejor. Dana reloaded. No sé cuando suceda tal cosa, pero TIENE que suceder. 
   Ya la vi. Ya me vi. 
   Ahora voy a llorar un rato, porque este post me dejó hecha una piltrafa. 

1 comentarios:

PRESTADORES DE SERVICIOS dijo...

Ahora entiendo muchas cosas