IMAGINEMOS QUE ME ENAMORAS. Y QUE YO ME DEJO A SABIENDAS DE QUE NO ERES NADA PARA MI. UN SIMPLE MORTAL. PERO FINJO QUE TE CREO. FINJO QUE CREO CUANDO ME DICES QUE TE ESTÁS ENAMORANDO. FINJO QUE CREO QUE TE INTERESO. Fingimos que hacemos el amor, cuando en realidad sólo cogemos. FINJO QUE CREO QUE TUS BESOS SON REALES. LO HAGO PORQUE SÉ QUE EN EL FONDO, TÚS ABES QUE ESOS BESOS NO SON EN SERIO. NI TÚ NI YO NOS SABEMOS COMPATIBLES. TÚ EN LO TUYO Y YO EN LO MÍO. Pretendo que te amo, pretendes que me enamoras. Así de fácil. Yo sé mi cuento, tú sabes el tuyo, pero cada uno sabe sus debilidades.
Y entonces, no sé qué suceda.
Porque sé que te dije que pretendería. Y no sé en qué momento dejé de pretender y simplemente me enamoré. Sé que no es mutuo. Pero por lo menos, es real.
No sé en qué momento decidí dejar de pretender, para empezar a sentir. Sin duda alguna, la cagué.
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