24.6.10

La loca de las tristezas...

Los 90 minutos estuve emocionada. Lo veía a pedacitos, porque estaba trabajando y la gente con la que trabajo es de esa gente a la que le vale madres si la Selección gana o pierde. A mi normalmente el fútbol no me emociona mucho. However, puedo ver un partido completo y emocionarme, distinguir una buena jugada. Medio me sé las reglas. Crecí con un papá que ve todos los deportes sin distinciones. Y eso es lo padre de los deportes, también. La competencia y el hambre de ganar. De la Liguilla Mexicana la verdad no soy gran fan. No soy seguidora de ningún equipo y los partidos me dan huevita. Pero ya hablar de mundiales o la Champions es distinto. Están guapotes, ¿Pa qué negar que me gusta ver pierna? Aparte creo que es fútbol de más nivel y más rápido. Según yo, ¿Verdad? No se apasionen, puedo estar loca. Además, siempre me han gustado güeritos.
   El caso es que vi el partido. Porque es el mundial. Y porque es México. Y porque soy mexicana y sucede que amo locamente el país donde nací. Cuando escribo locamente lo digo en verdad. Mi país me vuelve loca. Grité, los pendejeé por no meterla, me emocioné mientras un baboso del trabajo decía que todos los partidos están comprados y que México metía goles porque convenía a la FIFA y a FCH el que México quedara bien parado en el mundo. Me hubiera reído en su jeta de no ser porque francamente no me dejaba disfrutar el pinche partido y mentar madres a gusto. Así que lo ignoré porque además ni modo de andar haciendo mis teatritos en el trabajo.
   Total que México ganó. Yo estaba contenta. WOW, le ganó a Francia y por dos goles. Jugaron bien. Estuvo bueno. O sea, qué chingón. ¡Ganamos! ¡Ganaron! ¡Qué chingón!
   Pasaditos unos minutos empecé a escuchar los claxons en la calle. Vi chavos pasar por la ventana de mi oficina ondeando banderas al aire y cantando el Cielito Lindo. And then: it hit me. It hit me con una tristeza enorme.
   Yo doy clases y vi a mis alumnos emocionadísimos. Esos mismos alumnos que no saben a ciencia cierta quien fue Pancho Villa o cuando se promulgó la Constitución que actualmente nos rige. Cuando me toca dar The Verb to Be in Past sufro horrible y hago pinches corajes. A veces no puedo creer que no sepan de acontecimientos de su país, de las cosas que nos han formado como Nación. Y me frustro y lo único que me queda cuando pongo mi sonrisa de pendeja (que es mi obligación poner en clase) los pendejeo dentro de mi cabeza. El otro día, por ejemplo, me tocó un nivel 11. Tenía 3 alumnos, todos de prepa. ¡Joder! Casi me voy pa' tras cual Condorito. No sabían quien fue la Malinche. Sí, les pregunté por la Malinche, Malitzin, doña Marina. Por todo. Y nada supieron. Me vieron con su cara de What y no precisamente por no saber inglés. A ese tipo de cosas me refiero. Ese alumno, por ejemplo es súper pambolero... Entonces al verlos por la calle festejando como si nada, me dio muchísimo coraje. No sabemos ni donde estamos parados. No sabemos qué somos, hacia donde vamos o qué chingados pasa en este país.
   No soy mamá, no tengo idea de que cómo se siente esa clase de amor, pero dicen los que saben que es un amor muy cabrón. Al final, no puedo entender a ninguno de los padres de la Guardería ABC, no puedo entender el dolor que sintieron al perder a sus hijos y no lo puedo entender porque nunca he sentido el amor a un hijo. Sin embargo, trato de imaginar lo que sienten. A veces no me queda más que sentirme resignada, molesta, indignada sobre las cosas que pasan a mi alrededor y decir "así es México, pambolero y pendejo". Abrí mi TL y me di cuenta que si bien he visto hashtags y movimientos que pretenden concienciar, jamás vi tanta emoción como por el fútbol. Y eso es lo que me dio pena. Mucha. Lo que me entristeció no fue que se emocionaran de que México ganase. No. Ni siquiera alcancé a enojarme cuando me llamaron negativa o que estaban a punto de unfollowearme por ser la clásica mexicana que quiere ver a su país perder. No. Sentí una profunda tristeza. Y la razón es muy fácil. No concibo la idea de mover tantas masas por un balón y no mover la misma cantidad de gente por el bienestar de un país. ¿Cómo es que seguimos permitiendo tantas cosas? ¿Por qué permitimos que lo de la Guardería quede impune pero festejamos los dos goles como si no hubiera mañana? Esta clase de cosas me indigna. Ojo: no en todos los casos. Conozco mexicanos que luchan por su país incansablemente todos los días, la clase de gente que admiro sin miramientos, la clase de gente que me gustaría llegar a ser. Pero yo, al igual que todos, estoy absorta en mi vida, mi trabajo y mis problemas para ver por algo más que no sea yo. No tengo cara para festejar algo así, cuando no creo hacer lo suficiente por este país. Soñadora, sí. Bastante. Espero de verdad morirme así. Aunque he de aceptar que en los últimos meses me he sentido bastante resignada a que un cambio en este país es casi imposible. La gente no sabe qué pedo con México. Pfff, tengo ya un post de eso aquí. Que para mí es más que esclarecedor.
   La cosa es que el triunfo no es lo que me puso triste. No. Fue la euforia y locura desatada después. Ojalá se pusieran las mismas energías en levantar a este país de la mierda. Eso fue lo que me dio tristeza. Cómo dijo la niña aquella: Pobre México, tan cerca del fútbol y tan lejos de la ciencia (y la historia, y la política, y la filantropía, y la ortografía, y las matemáticas, y...)

15.6.10

Leído en Twitter...

RT @Helizita Como la vida es literatura (no se admiten objeciones filosóficas a esto), he aquí el decálogo del perfecto coprotagonista literario

 1.- Puedes pretender, pero no sin soporte. Fondo es forma, no finjas algo que no no tienes recursos para ser.

2.- El tempo de la narración es importante. TODO tiene su momento . Romper el ritmo es de muy mal gusto.

3.- Todo depende de tus lecturas. Si lees a Dan Brown, no pretendas una vida Cortazariana. 

4.- Entenderás que "letra en la mesa pesa" y responderás de tus acciones sin dejar tramas sueltas y fragmentadas.    

5.- Entenderás que todo tiene un significado y no puedes soltar un gesto al azar y sin armonía.  

6.- Tendrás instinto de la trama y sabrás sentir su textura, reconocer la tensión, el nudo y el climax. 

7.- Sabrás que vivir/escribir es arriesgarse y no soltarás ni la pluma , ni la presencia, ni la mirada. 

8.- Entenderás que estamos hechos de palabras y, por lo tanto, no vuelan, sino se quedan y nos transforman. Las usarás para eso.    

9.- Tu personaje podrá cambiar y contradecirse, pero siempre con sentido de la estética.

10.- Tu pluma es tu cuerpo y nada será escrito en lo que no estés implicado hasta la médula.

Después de leer esto ya la sigo... http://twitter.com/Helizita

12.6.10

¿Nos la rifamos?

Soy rifada y esa es la cosa. Por amor soy capaz de todo. De toditito. Y no es nomás de un amor a un hombre. No. Soy capaz de todo por los amores que rodean mi vida. No sé como o cuando empecé a ser así, mucho menos sé el porque. Supongo que quizás se origina en una mezcla de todo lo que soy y lo que fui. Las películas de Disney, mis novelas favoritas, escuchar a mi abuelo profesar amores tan grandes. Soy romántica e idealista. De ésas que creen en la justicia y la honestidad por sobre todas las cosas, que siguen soñando con un país mejor; de ésas que sueñan con las escenas de película. De ésas que se crean las escenas de película en la cabeza. Últimamente me acuerdo de una en particular. Me acuerdo caminar a su lado de la mano. Recuerdo lo enamorada que me sentí. Flotaba. Había mucha gente, ciudad idílica, de calles limpias, música (equis) de fondo. Había familias y vimos a un papá súper feliz con su hija y entonces le dije "sólo por momentos como ese, me encantaría tener un hijo. Debe ser padrísimo." Me miró, fijamente a los ojos y me dio un beso en la mejilla. Recuerdo muy bien la sensación de percatarme en ese momento que recordaría este momento para toda la vida.

Recuerdo por ejemplo, a otro él. El primero que osó romperme el corazón. No recuerdo las palabras exactas, pero recuerdo bien como lloré. Cómo sentí que mi corazón se rompía. Decidí dejar un pedazo de mi corazón en ese parque, a la edad de 17 años y me prometí regresar algún día  a recogerlo. No he regresado aún. Quizás algún día.

Hay momentos que uno guarda por siempre, que uno recuerda con una intensidad muy cabrona. Y últimamente recuerdo con una intensidad horrible los momentos a tu lado. Me da miedo y al mismo tiempo me llena de algo electrizante. Sé que por esas cosas que recuerdo tan vívidamente, por esas cosas que sentí a tu lado, sólo por eso me la rifaría toda. Completita. Sin mirar atrás. Con miedo, sí. Pero es un miedo que me hace sentir llena de algo que no sé explicar.

Yo dejé de creer en príncipes Azules a los 17 en el parque Pasteur.

Tú no eres ningún príncipe y eso lo sé.

Cuando te digo que soy rifada no es porque sea rifada sólo contigo. Naah. A este lugar que odio, pero en el que estoy ahora llegué precisamente por amor. Llegué por amor a mi abuelo. Llegué porque quise estar estos últimos meses a su lado. Dejé mi trabajo, mis amigos, mi independencia, la universidad, todo. Lo dejé todo por estar con él. Sabía que de no dejarlo todo, terminaría arrepentida toda la vida. Así vivo mi vida, bien intensamente y no sé explicar el porqué.

Las mejores decisiones en la vida no son las que se piensan o dejan de pensarse. Las mejores decisiones en la vida son las que se toman por amor. Amor a los padres, o a los hijos, o a la vocación, o a un país, o a una idea... o a una persona. Nada que involucre amor podrá traer nada malo como consecuencia. Sí, a veces uno sale lastimado, pero al final del día sólo se trata de aprender,  ¿No?

Y yo sueño con un wey que se la rife conmigo. Todita. Completa.

El otro día platicábamos Lia y yo de eso. Llegamos a la misma conclusión y casi yo le adivinaba las palabras a ella y ella me las adivinaba a mi. Una pareja (medianamente famosa) comenta en Twitter su historia de amor. Una decisión los hace conocerse; el hecho de tomar una calle en vez de otra y que la persona que los conocía a ambos pudiera presentarlos. No estaban en México, fueron a conocerse en otro continente (pero mexicanos ambos). De regreso en el avión, platican. Pocos meses después él se va a estudiar a NY y le pide a ella irse con él. Ella no lo piensa dos veces y se van. Meses después tienen un hijo. Meses después se casan. Y se demuestran su amor todo el tiempo en Twitter. Pffft. Lia y yo nos cagábamos. A veces es timing, compatibilidad, experiencia, vida. Es todo. Pero ellos se encontraron en el justo momento en sus vidas en que sin pensarlo dos veces dijeron "va, chingue su madre, nos la rifamos y nos vamos a NY".

However, si yo lo siento, me la rifo todita. Y verás, contigo así me pasa. No sé si estoy loca o si estoy mal, pero no me gustaría quedarme con las ganas. No sé si quieras rifártela conmigo o no. Si no, no importa. La verdad es que yo busco un hombre que se la rife conmigo sin pensarlo dos veces y que me diga "va, nos la rifamos y nos vamos a NY". Y si no eres tú, pues no eres tú. Total, entonces será que quiero uno que no sea cobarde.