23.10.13

La Maestra Feli parte II

Sabía que esto pasaría. La primera vez que diferimos fue por algún tema de derechos de homosexuales. Que no tienen derecho a casarse y mucho menos a adoptar. Comentó mi amiga Maga que casualmente es bisexual. Luego mi amiga Karina que, como yo, cree en la libertad y en el amor que un niño huérfano merece. La maestra Feli alegó que esos niños adoptados estarían destinados a ser rechazados por la sociedad. Una cosa es que tengamos una sociedad intolerante y otra que los homosexuales no puedan tener derecho a formar una familia. 

La segunda es (porque está pasando justo ahora) por temas de feminismo. Puso un video de esos de "mujeres cabronas y luego dijo que eso es lo que vale, no lo que pregonan las feministas. Dice ella que las feministas creen que feminismo es libertinaje. Yo creo que no sabe qué es el feminismo. 
 
Le dije que el feminismo aún es necesario en países como el nuestro y que ha librado luchas muy importantes en cuestiones de derechos. Gracias al feminismo hoy podemos votar y podemos aspirar a mejores condiciones laborales, por ejemplo.  Tardó 4 días en contestarme. Hoy me contestó con un artículo de crítica al feminismo. 

He de decirlo: concuerdo con muchas cosas de las que se deicen ahí. 

Sí, hay mujere que atropellan derechos de hombres por creer que tienen derecho por siglos de patriarcado y no. La búsqueda por la igualdad de género  no significa atropellar los derechos de otros (sean hombres o no). 

Supongo desde el principio que cuando habló de "libertinaje" es porque se refería a las mujeres que tenemos una vida sexual plena y disfrutamos del sexo. O sea que, como ella es Ina señora muy propia en vez de decir "puta" dice "libertina". 

La cosa es que... La maestra Feli pasó de ser mi ídolo de la infancia por ser una mujer súper brillante a... Una señora cristiana ( MUY cristiana) y yo... Yo pasé a ser esto que soy hoy. 

Igual gracias, maestra Feli. A lo mejor de haber seguido viéndola después de haber salido de la secundaria, su positiva influencia para hacer de mi una mujer capaz e inteligente (y atea), me hubiera convertido también en una cristiana redimida. 

Y thank you but no thank you. 

Ora sí que GRACIAS A DIOS. 

19.10.13

¿Vámonos?

Si pienso en las cosas que aprendí en Brno, están:

1. Viajar. (se hace uno adicta, además)
2. Tolerar.
3. Adaptarse (cosa que no me creí capaz de hacer y de la que estoy muy orgullosa).

Viajar me trajó de las mejores cosas y a la vez, te lleva a aprender a hacer las otras 2. Aprendí a leer mapas, a turistear sola, a pasear con mis pensamientos, a perderle el miedo a ciertas situaciones que implicaban riesgo e incluso situaciones límites. I did it. i'm so proud of myself. Viajé sola a Londres y estuve viajando 1 mes sola por España. Neta, aprendí un chorro de mí y lo disfruté montones.

C'mon, aprendí a tolerar a los pendejos de otros mexicanos que turistear sólo por subir fotos al feis y a españoles pendejos (el 80% de los que conocí). O sea, aprendí a tolerar. Neta. El antro horroroso que un día decidí que iba a tolerar pero en pequeñas dosis y que me hizo darme cuenta que los antros pulgosos no son ya mi onda. Tolerar lo que puede ser tolerado y lo que no, a la chingada.

Adaptarse. Sí. A vivir en un dormitorio con cientos de otros erasmus y a la vez compartir un cuarto pequeñito por 5 meses con una rusa apestosa que se bañaba sólo 2 meses por semana, que lavaba su ropa una vez a la semana y que hacía ruiditos cuando comía. Ja. Si eso no es adaptarse, entonces no sé qué lo sea. Me adapté a la vida sin auto, a los lugares donde el peatón no se hace sumiso frente al auto, sino que al revés, es respetado). Me adapté a un lugar seguro, a las fiestas en el bassement (justo debajo de mi dormitorio) los jueves y viernes con música a todo volumen), a andar sola por la vida, a caminar y no tener auto... Me adapté. So proud too.


Todas estas aptitudes aprendidas en 2012 (uno de los mejores años de mi vida) y lo poco que estoy disfrutando mi vida en México ahora, mi desánimo, mis ganas de mandar todo a la chingada, vivir con miedo, no poder caminar en mis ciudadaes, la vida con estrés, los horarios laborales que matan, el "no existen las cosas urgentes sino los pendejos con prisa", no poder caminar sola por las noches, no poder vestir como te da la gana, la vida pachuqueña de pensar que el cómo vistes, luces y cuánto dinero tienes significa la clase de persona que eres, el gobierno priísta, el que me estén espiando y/o que yo represente una amenaza por TSP o por el 132, la simulación política, las reformas estructurales, los muertos y desaparecidos, la falta de un sistema de justicia que funcione, racismo y clasismo al por mayor, gente que no respeta a nada ni a nadie... Todo eso me hace extrañar la otra vida. Estoy llegando a un punto donde México con su comida, sus colores, sus costumbres y sus cosas bonitas no puede ganarle a todo lo anterior. Me estoy cansando.

Me estoy cansando y extraño la calidad de vida de lo que tenía en Europa. Eso: calidad de vida. Vivir así de relajada. ¿no será que en México todos vivimos con estrés constante? Sí, aunque muchos digan que aquí se vive bien y que viven tranquilos, creo que es en parte porque no conocen otra clase de vida que no sea esta. A lo mejor me afecta más porque soy mujer o porque las cosas se han ido agravando en los últimos años. No lo sé.

Lo que sí sé es que no se me salen de la cabeza las palabras de mi amigo Jorge: Tranquila, yo decidí que quería ser periodista a los 30.

Yo todavía no decido qué quiero hacer ni si lo quiero hacer aquí (aunque hace algunos meses, viviendo en Brno creí que regresar y trabajar por México era lo que quería hacer). Sin embargo, sé que estoy decidiendo algo importante porque se me corta la respiración cada vez que lo pienso profundamente. A lo mejor lo que quiero es escribir. Ya lo veremos.

Cuento con esas 3 habilidades a mi favor y sea lo que sea que decida, I'm going to win, bitches.


7.10.13

La abuela de los consuelos.

Justo ahora que estoy llorando y que quisiera que alguien me consolara sé que la única que me puede dar consuelo soy yo misma.

Me acordé de cuando entré a trabajar a Interligua y lo difícil que fue obtener ese puesto. Ese curso para entrar me costó muchas lágrimas y esfuerzo. Recuerdo uno de esos días, quizá de los más difíciles donde regresé del DF agotada, llorando, no había comido en todo el día. Lloré todo el camino de regreso a Tlahue. Recuerdo que mi abuela me esperaba en casa con comida caliente. Era Enero o febrero. Recuerdo cómo me calentó la comida y mientras yo estaba en la mesa redonda de la cocina se sentó conmigo y me senté a llorar. Le dije todo lo que me pasaba, lo triste y agotada que estaba, lo mucho que quería tirar la toalla. Ni ahora ni entonces yo me permitía romperme con cualquiera. Con mis papás, por ejemplo, jamás. Ellos son los que peor piensan de mí, los que más critican cada una de las decisiones que tomo. Ahora que recuerdo, sí que lloré con ellos por la misma razón por la que lloré con mi abuela. Pero ellos no me inspiraron ni me hicieron sentir mejor. Quizá por eso yo guardo mucho resguardo de las cosas que les digo. Uno siempre busca las cosas que le hagan sentir mejor, no peor.

Recuerdo que mi abuela me moraba consternada mientras comía en medio de sollozos y mocos. Recuerdo que me preguntaba cosas y yo le contestaba. Recuerdo que me tomaba de la mano y me miraba con su carita como de que sufría conmigo sólo por verme sufrir. Porque me amaba mucho. Sólo por eso. Recuerdo como después de escuchar todo mi discurso de por qué mi día había sido una mierda, como estaba harta de la perra que me había hecho llorar, como odiaba el estrés de viajar a diario 4 am al DF, como odiaba correr en el metro con la incertidumbre de saber si llegaría o no, como le dije que no había comido en todo el día porque no me alcanzaba el dinero... recuerdo cómo cuando hube acabado me miro y me dijo: pues ya. Mañana no vayas y listo. Me apoyaba. Me decía: ya no te quiero ver sufrir. Entonces, no sé de dónde saqué fuerzas (seguramente de las fuerzas que me daba ella) y le dije: ni madres. Mañana regreso sólo por darle una lección a esa bitch.

Al final de la travesía la bitch me felicitó, por cierto. Por mi perseverancia. Porque sabía que yo era lista. Fue la cosa más difícil que tuve que hacer a los 17 años. A los culeros, siempre culeros de mis papás se los he de agradecer toda la vida. Yo no sería tan fuerte si no fuera por las culeradas. De los traumas para toda la vida, ufff. Bueno, aprendí como NO quiero tratar a mis hijos. Pero ése es otro tema.

Lo que sí sé es que hoy, ahorita, extraño un chorro a mi abuela. Que me diera de comer calientito y me dijera: Pues ya. Si te mandan a la verga, ni modo. No te quiero ver sufrir. Entonces yo, llorando todavía, la abrazaría y le diría: ni madres. Fiel a mí misma hasta el final.

No tengo eso porque ella ya no está. Lo que tengo es a mí. Así que supongo que hoy me iré a dormir chille y chille, imaginaré que como muchas veces duermo con ella y la abrazo. La abrazo la abrazo y la vuelvo a abrazar.

Hoy, nomás me consuelo yo.