4.11.14

Ya perdí la cuenta

Ya perdí la cuenta de cuántos hombres como mi papá me han tocado en la vida. 

La historia va más o menos así y tiene siempre sus variaciones. 

Hombre me conoce, le gusto, me lo dice. Salimos. Usa frases como "me encantas", "me encanta cómo eres", "eres una súper mujer", "eres súper inteligente, contigo nunca me aburro", "te admiro mucho". 

Sin ser pedante creo que soy una gran mujer y que sí, no soy como muchas mujeres. Soy activista, nunca me quedo callada, tengo opiniones muy fuertes, soy líder, tengo iniciativa, raramente tengo miedo, soy muy fuerte. 

Acto seguido, me la creo. Y me gusta. Me gusta porque siempre he soñado con la relación donde admiro y me admiran, donde es mutuo. 

Luego, la cosa empieza a cambiar. Puede ser desde que el dude se burle, hasta que me quiera reprimir o callar. Allí es cuando me doy cuenta que no está chido y corto por lo sano. Qué bueno. Aunque también me he enganchado. De hecho, la relación más horrible que tuve, fue con un wey así y no supe verlo porque estaba pasando por una muy mala época de mi vida. 

El pedo es que esta situación no se limita a weyes con los que he salido, sino también incluye a amigos y a mi papá. Y no soy yo en realidad. Es el machismo imperante en este país y ser blanco por ser la clase de mujer que soy. 

Va desde burlas, hasta ridiculización. Si difiero es porque soy "pedera" o porque soy una "vieja loca que de todo se pelea". Que por intensa "ay Dana, tan intensa como siempre" (y me lo dice en tono algoestámalcontigo). En fin. 


Señores... Váyanse mucho a la verga.