12.12.15

Kind of funny

"Love is when my mommy makes coffee for my daddy and she takes a sip before giving it to him, to make sure the taste is OK."

Danny - age 7

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"Love is when you kiss all the time. Then when you get tired of kissing, you still want to be together and you talk more. My Mommy and Daddy are like that. They look gross when they kiss."

Emily - age 8


Us humans are kind of funny. We show love through our mouths. With the words we say. When we cook for others. Like when I made you coffee in the mornings. 

And then, the kisses. Our mouths are connections filled with nerves. We sense it all though our mouths. And then we exchange it all: the energy, the chemistry, the togetherness. Our mouths become one.

I wanna kiss someone new. And I know who he is already. 


Maybe soon. And then maybe (just maybe) make him some coffee in the morning. This time he's a great guy. I know. I know. 

22.8.15

Contigo

He soñado contigo. Varias veces. En todos mis sueños te encuentro de frente. Yo estoy bien, estoy chingon. En todos y cada uno de mis sueños estoy bien. Te miro a los ojos y me miras a mí. Sabes lo que perdiste y yo se lo que gané. Sé que dejarte fue la mejor decisión de mi vida, que a nadie he amado como a ti pero que estoy bien. Qué tú fuiste un paso decisivo para que yo estuviera donde estoy. Me miras. Lloras. Estás enfermo. Me pides que te perdone. Englobas las razones por las que yo debería hacerlo. A ninguna cedo. Aunque los ojos se me llenan de lagrimas pensando en ti, en cuánto daño hiciste, en las mentiras que dijiste, que... No puedo mas que sentir lastima por ti. Eres un pobre enfermo. 

Me pides perdón. No te perdono, pero no porque no quiera perdonarte. Estoy bien, estoy con alguien maravilloso, alguien completo y alguien total: un sueño. 

 

No te perdono porque ya no me interesa perdonarte. Estoy bien. Contigo o sin ti. Estoy bien. Eres un estorbo mas que otra cosa. 

11.8.15

Gracias, casita.

No sabes lo difícil que fue dejar Ajacuba (Reforma 1)Lo difícil que fue regresar a México y saberme sin ese hogar. Sin las albercas y sin el agua y sin el pasto y sin los toboganes y sin la casa de heidi y sin la tienda y sin los miriñás y sin el tejaban y sin los sopes y sin mis abuelos... 

Quizá podría contarte que no puedo pasar por la casa de tlahue (Reforma 30) (y nunca lo he hecho) porque me duele. Quizá algún día encuentre las palabras para describir lo que esa casa significó en mi vida: que era enorme y tenía tantos detalles de madera. Que en su cocina aprendí a ver cómo cocinaba mi abuela y yo misma aprendí el sazón que llevo conmigo a donde quiera que voy. Quizá deba contar del barandal de madera que nos transportaba del piso de arriba al de abajo en un tris. O de la virgen que mi abuelo tenía en la escalera y que religiosamente visitaba antes de subir a dormir. Del lavadero, del patio, del cuarto de lancha, de a enorme cocina, del garaje, de las vajillas italianas, de la cama queen size, de los pisos fríos. 

O la pocilga. O la casa de Pachuca donde viví con Eva, Samantha, Marcela, Paola  (Efrén Rebolledor) y donde hacíamos las borracheras más impresionantes. O donde viví con Raúl (Mezquititlan), refugio después de mi vida con Tobías (y una de las direcciones que ya no recuerdo).

Vinarska también y mi dormitorio sobre el sótano: mi apropiación de la casa y mi colocar de libros para sentirme a gusto. Los olores de mi cocina siempre lo tienen que inundar todo. 



Y llegamos a una de las casas que me hizo mas feli porque significaba un sueño: el de vivir en el centro y en un departamento justo como ése. En cuanto lo vi, sabia que era ése y no otro. Y fue mío. 2 años de mi vida pasé en Matamoros. Al final lo hice mío y lo viví con toda la intensidad con la que se puede vivir el hogar propio. 

Hoy ya no es. Ya no se pudo pero estuvo cercano a la perfección. Quizá algún día regresé a hacerlo mío por completo. 

Gracias casa. Me diste tantas cosas. Contigo crecí y fui muy muy feliz. Ojalá que quienes te ocupen después sepan de cuànta felicidad puedes albergar en tus paredes. 


Hoy hay un San Miguel y después quién sabe. 

Gracias, casa. 

12.7.15

Los sonidos

Temo tener insomnio hoy también. Mis días ahora se dividen entre aquellos en los que me obligo a cansarme tanto que sólo atino a caer muerta en mi cama. Hay otros días en que la ansiedad me acecha con tanta fuerza que salgo, camino, pedaleo con todas mis fuerzas. 

Volví a ver a Hugo y esta vez lo vi sin miedo. Ya no tengo miedo de estar con él porque no me interesa estar con él. Por ahora estamos bien así. Y me escucha y me hace reír y me hace sentir una mujer increíble. Lo veo en sus ojos cuando escucha todas las cosas que tengo para contar. Mi viaje a Chiapas, los paisajes, la bóveda celeste... Mi pasión por lo que hago y mi pasión por el mundo, pasión que hace que la primera (mi trabajo y mi ávidez por cambiar el mundo) no me abrume de manera tal que deje de disfrutar esta vida. Hugo me hizo sentir de nuevo viva y especial. Lo sentí cuando me abrazó tan fuerte (después de años de no verme), que me dolió el pecho. Sentí ganas de llorar. Después me dijo las cosas que hace por mí que no hace por nadie más. Sí, sí que soy especial. Lo sé. 

Eso me hace pensar en las cosas que me hacían sentir especial contigo. Los pies hechos pinza en la cama, el café por las mañanas, verte desde el pasillo con el pecho desnudo y sol pegándote en la cara mientas riegas la mariguana, tu "gracias, Dani" cuando te llevo el café, tus piernas flacas y duras, los lunares de tu espalda, las marcas en tus mejillas, la comisura de tus labios, Las arrugas de tus ojos, las pestañas de aguacero, la ceja tupida, tu forma de jugar con el gato, tus dedos largos moviéndose acompasadamente en el teléfono, tu lengua jugando con la mía, tus sonidos mientras me coges, el ruido que haces cuando te vienes, tus ojos sonrientes cuando me miras, la emoción en mi estomago cuando te voy a ver (que se hizo palpable las últimas semanas de mi vida contigo, innegable señal de que te quería más de lo que yo quería aceptar), el sonido de cuando llegabas: la puerta al abrirse abajo, los pasos sobre la escalera, la llave dando la vuelta, la puerta abriéndose y cerrándose y el hueco de aire que hacía que la puerta de mi cuarto se moviera. Yo despertando, tú entrando a mi cuarto con un "Dani, ya llegué", tus pasos descalzos sobre el piso laminado y tu cuerpo caliente junto al mío en la cama. 

Creo que nunca me había sentido así. 

La cosa es que al final dejó de ser bonito.  Las esperas se volvieron ansiosas y angustiantes: no saber de ti y no confiar en ti. Saber con completa seguridad que me ibas a dar en la madre. O que yo me di solita en la madre. El insomnio, la ansiedad y el dolor. Los mínimos sonidos que yo confundía con la puerta y que no eras tú. Tú estabas en otro lugar, en otra cama, en medio de olor a tabaco y alcohol, besando otra boca que no era la mía. Y yo lo sabía. Algo adentro de mí sabía cuándo mentías. ¿Por qué mentiste? ¿Por qué? 

Ahora escucho unos nuevos sonidos. Me los cambié. Decidí cambiármelos porque los de esa casa que amé tanto ya solo me traían angustia. ¿Qué clase de amor se vive así de enojado, de doloroso, de angustiante, de ansioso, de desconfiado? Me quiero tanto que no quiero esa clase de amor en mi vida y aun estoy en el proceso de comprenderlo. 

Estoy viviendo este dolor como si la herida estuviera en carne viva. Trato de no saber cómo estarás o que estarás haciendo porque duele. 

Estoy intentando acostumbrarme a los nuevos sonidos de esta nueva casa: el de la tetera que chilla cuando el agua está lista, el de la lluvia de temporada, el del pedaleo de la bicicleta, el de los belgas hablando, el del guateque de los vecinos sobre el callejón, el del viejito de enfrente barriendo, el del señor que entra a vender tortillas y chicharrón. Acostumbrarme a este sonido del zaguán que se abre, yo corro a ver desde mi ventana para saber quien llegó, pero lo hago por mera curiosidad: la puerta se abre. Ya no te espero a ti. 


11.7.15

Sueños y pesadillas

Últimamente sueño mucho. A veces pienso que tiene que ver con tranquilidad o con lugares nuevos. Normalmente tengo estos periodos tan fértiles en sueños cuando me cambio de casa o cuando estoy de vacaciones... Seguro hay alguna explicación para ello. 

Anoche soñé que una víbora quería picarme. Soñé con Beto y con que volvíamos a hablar. Soñé que no entregaba un presupuesto a tiempo. 

Quizá fueron todas mas bien pesadillas... 

3.7.15

Insomnio

Anoche no pude dormir. Alcancé a conciliar el sueño entre pesadillas pasadas las tres de la mañana. 

Pensaba en ti. En mi enojo. En el tuyo. En el dolor. En la imposibilidad de perdonar. En los celos. En las palabras que hirieron hasta lo más profundo. En tu mamá y su "discúlpame por no haberlo criado mejor". En nosotros. En el gato. En ti. En mí. En la ausencia. En la nostalgia. 

A veces me consuelo viendo fotos de nuestro andar juntos. Fue bello. Nos la pasábamos bien. 

Estos textos quedaran de constancia de este momento para superar este trance tan doloroso en mi vida. 

¿Nos volveremos a encontrar? Estoy segura que sí. No sé cómo ni cuándo ni cómo, pero sé que sucederá. 

30.6.15

Soñé contigo y estabas ahí.

Es curioso cómo solo duermo bien cuando duermo contigo. Siento una total paz. Eso no pasaba al principio, ¿sabes? Al contrario: me molestaba mucho dormir contigo. Me daba calor o me quitabas las cobijas, o te las quitaba yo a ti o te quería abrazar y era incómodo. 

Últimamente solo siento paz cuando duermo contigo. En un giro inesperado y medio enfermo de la historia: me da ansiedad en las noches si no estás. Sé que el tiempo me quitará la ansiedad y que aprenderé a vivir con tu ausencia. Así es y así será porque así lo hemos decidido. 

El viernes dormimos juntos de nuevo, como dormimos siempre que nos vemos. Fuimos a dormir después de una gran pelea y después de una cena que yo necesitaba porque no había comido. La tarde estuvo llena de lagrimas, de gritos, de dolor, de adioses, de odio y de yo en medio de un ataque de ansiedad donde tuve que salir corriendo. 

Pero pasó lo que siempre nos pasa a ti y a mí: todo lo podemos hablar y resolver. Como siempre: resolvimos, aceptamos, perdonamos. No nos gusta pelear y mucho menos ir a dormir enojados. 

Estabas al lado mío. Roncabas o me abrazabas o me ponías los pies encima como unas pinzas. Siempre que roncas te nuevo y te digo "estás roncando" y me dices "ay, perdón" y  a veces lo acompañas con un beso. 

Soñé que me abrazabas. Desperté y estabas ahí y sí: me abrazabas. 

5.6.15

Las cosas que me cambiaron para siempre

La muerte de mis abuelos. 

El #YoSoy132 

Mi viaje sola por España un mes. 

República Checa. 

Don Pendejo. 

La Realidad y La Escuelita. 

La Costa Chica de Guerrero y la Laguna de Chautengo. 


No llevan orden. La Dana de 17 no lo hubiera creído. Estoy súper contenta con quien soy. Soy una mujer súper chingona. Estoy muy en paz con quien soy y lo que he hecho. Cada una de esas historias merece un post para ella sola (hay historias que ya lo tienen y no sólo uno, varios). 


27.5.15

Tres granos de café

Anoche soñé con Yuri Herrera. Estábamos en algún lugar de la montaña, quizá en Real del Monte, quizá en alguna fiesta porque ambos estábamos enfiestados. Regresábamos juntos a Pachuca. Yo tenía los pies sobre el asiento, hecha un ovillo. Él ponía su cuerpo para sostenerme. Recuerdo haber pensado que quizá cogeríamos esa noche pero recuerdo cerrar los ojos sacando ese pensamiento de mi cabeza.   Ya casi dormía cuando Yuri se pone al volante (quizá siempre fue al volante y no me di cuenta). Yo traía las piernas desnudas (un short o una falda, quizá). 

Era una pick up vieja, nos acercamos entonces a un despeñadero y Yuri aceleró. Recuerdo mi grito ahogado, voltear a verlo como "vamos a morir" y entonces, al llegar al borde, la pick up volaba. Volaba sobre el bosque, todo era verde y había pinos por todos lados. Recuerdo como volábamos hasta llegar a la Hiasteca y los ojos se me llenaban y Yuri me decía "míralo, míralo" y lo veíamos todo. Entonces descendíamos. Ya no estábamos en la pico yo sino con los pies desnudos sobre el pasto. Había una cabaña muy grande y Yuri me decía "esta es tu casa" y yo sabía que lo que me enseñaba era mi futuro. Caminábamos y llegábamos a un campo que bajaba por la montaña (mi montaña). Era un enorme cafetal. Yuri me indicaba qué  hacer sin hablar, como un guía. De nuevo me mostraba los cafetales como diciendo "esto es tuyo" y yo sabía que era mío, que estaba parada en mi futuro. Yuri cortó entonces 3 granos rojos de una planta de café y me los daba en la mano. Yo cerraba el puño. Y lo abrí para volver a ver los granos y lo volví a cerrar y entonces vi un campo lleno de flores amarillas con morado, de un color muy fuerte sobre la montaña. Se veían también mis pies. 

Entonces desperté con el puño cerrado h pude sentir los tres granos de café en mi mano. 

5.5.15

Seres de hábitos

Con la edad, supongo, nos volvemos seres de hábitos. No es que sea bueno o sea malo, sólo es. Beber café por las mañanas, hacer ejercicio, tomar caminatas para meditar, bañarse con música, despertarse sin que el despertador suene. Le da equilibrio a nuestra vida. 

A veces, también, uno genera hábitos con alguien. Despertar y buscar al otro, platicar y reír: ¿qué harás hoy? ¿A dónde irás? ¿qué dice tu amigo tal? Ah, yo haré esto, estoy emocionada por aquello, en próximos días sucederá esto. Levantarnos, yo hacer el café y juntos beberlo mientras seguimos platicando. Vemos el sol de la mañana desde la ventana mientras tú riegas las plantas (¿nuestras plantas? ¿O las tuyas y las mias?). A veces las riego yo, es cierto. Pero casi siempre es: yo hago el café (tú ya sabes hacerlo, yo te enseñé pero no te da la gana hacerlo y ¿te digo algo? Te queda malo). Seguimos platicando, alguien entra a bañarse. Compartimos el gel todas las mañanas, ya aceptaste sin quejarte que el gel esté en mi cuarto y no en el tuyo a pesar de que es "gel de hombre" y vas a mi cuarto a peinarte. Nos despedimos. Me das un beso en la mejilla y me dices "nos vemos al rato Dani" (solo tú me dices así). Cuando nos separamos nos buscamos: ¿qué crees que pasó? ¿Donde estas? ¿Como vas? ¿A qué hora llegas? A veces nos marcamos pra lo cotidiano: ¿ya apagaste el boilercito? No se te olvide cerrar la puerta. ¿A qué hora llegas a la casa? Llegar y echarnos juntos. ¿Cómo te fue hoy? ¿Qué hiciste? ¿Vamos a cenar? Cenamos juntos. Seguimos platicando de todo y de nada. Reímos con lo superficial, filosofamos con lo profundo. Aprendo mucho: de Jodorowsky a pesar de mi reticencia, vemos Cosmos juntos mientras bebemos una chela o fumamos un porro, desayunar consomé y barbacoa los sábados y los domingos. Reírnos de nuestras peripecias familiares. Dormir juntos a veces. Y volver a amanecer a hacer lo mismo. 

Pero yo sé que eso no te llenan que esas rutinas tú las adquieres con tu pareja en turno cada ciertos meses. Que lo mío no es nada especial. Para mí, sin embargo, sí lo es. Quiero eso para mí pero mejor, lo quiero con alguien que sí lo considere especial y que vea todo lo que doy y que dé todo lo que que pueda dar. Sé en el fondo que eso no eres tú. Que tú eres el amor pasajero, el que no se clava, el que arma rutinas con personas nuevas cada 3 meses, al que no le duele dejar ir. 

Te voy a extrañar y mas que a ti, voy a extrañar nuestra rutina.