23.10.13

La Maestra Feli parte II

Sabía que esto pasaría. La primera vez que diferimos fue por algún tema de derechos de homosexuales. Que no tienen derecho a casarse y mucho menos a adoptar. Comentó mi amiga Maga que casualmente es bisexual. Luego mi amiga Karina que, como yo, cree en la libertad y en el amor que un niño huérfano merece. La maestra Feli alegó que esos niños adoptados estarían destinados a ser rechazados por la sociedad. Una cosa es que tengamos una sociedad intolerante y otra que los homosexuales no puedan tener derecho a formar una familia. 

La segunda es (porque está pasando justo ahora) por temas de feminismo. Puso un video de esos de "mujeres cabronas y luego dijo que eso es lo que vale, no lo que pregonan las feministas. Dice ella que las feministas creen que feminismo es libertinaje. Yo creo que no sabe qué es el feminismo. 
 
Le dije que el feminismo aún es necesario en países como el nuestro y que ha librado luchas muy importantes en cuestiones de derechos. Gracias al feminismo hoy podemos votar y podemos aspirar a mejores condiciones laborales, por ejemplo.  Tardó 4 días en contestarme. Hoy me contestó con un artículo de crítica al feminismo. 

He de decirlo: concuerdo con muchas cosas de las que se deicen ahí. 

Sí, hay mujere que atropellan derechos de hombres por creer que tienen derecho por siglos de patriarcado y no. La búsqueda por la igualdad de género  no significa atropellar los derechos de otros (sean hombres o no). 

Supongo desde el principio que cuando habló de "libertinaje" es porque se refería a las mujeres que tenemos una vida sexual plena y disfrutamos del sexo. O sea que, como ella es Ina señora muy propia en vez de decir "puta" dice "libertina". 

La cosa es que... La maestra Feli pasó de ser mi ídolo de la infancia por ser una mujer súper brillante a... Una señora cristiana ( MUY cristiana) y yo... Yo pasé a ser esto que soy hoy. 

Igual gracias, maestra Feli. A lo mejor de haber seguido viéndola después de haber salido de la secundaria, su positiva influencia para hacer de mi una mujer capaz e inteligente (y atea), me hubiera convertido también en una cristiana redimida. 

Y thank you but no thank you. 

Ora sí que GRACIAS A DIOS. 

19.10.13

¿Vámonos?

Si pienso en las cosas que aprendí en Brno, están:

1. Viajar. (se hace uno adicta, además)
2. Tolerar.
3. Adaptarse (cosa que no me creí capaz de hacer y de la que estoy muy orgullosa).

Viajar me trajó de las mejores cosas y a la vez, te lleva a aprender a hacer las otras 2. Aprendí a leer mapas, a turistear sola, a pasear con mis pensamientos, a perderle el miedo a ciertas situaciones que implicaban riesgo e incluso situaciones límites. I did it. i'm so proud of myself. Viajé sola a Londres y estuve viajando 1 mes sola por España. Neta, aprendí un chorro de mí y lo disfruté montones.

C'mon, aprendí a tolerar a los pendejos de otros mexicanos que turistear sólo por subir fotos al feis y a españoles pendejos (el 80% de los que conocí). O sea, aprendí a tolerar. Neta. El antro horroroso que un día decidí que iba a tolerar pero en pequeñas dosis y que me hizo darme cuenta que los antros pulgosos no son ya mi onda. Tolerar lo que puede ser tolerado y lo que no, a la chingada.

Adaptarse. Sí. A vivir en un dormitorio con cientos de otros erasmus y a la vez compartir un cuarto pequeñito por 5 meses con una rusa apestosa que se bañaba sólo 2 meses por semana, que lavaba su ropa una vez a la semana y que hacía ruiditos cuando comía. Ja. Si eso no es adaptarse, entonces no sé qué lo sea. Me adapté a la vida sin auto, a los lugares donde el peatón no se hace sumiso frente al auto, sino que al revés, es respetado). Me adapté a un lugar seguro, a las fiestas en el bassement (justo debajo de mi dormitorio) los jueves y viernes con música a todo volumen), a andar sola por la vida, a caminar y no tener auto... Me adapté. So proud too.


Todas estas aptitudes aprendidas en 2012 (uno de los mejores años de mi vida) y lo poco que estoy disfrutando mi vida en México ahora, mi desánimo, mis ganas de mandar todo a la chingada, vivir con miedo, no poder caminar en mis ciudadaes, la vida con estrés, los horarios laborales que matan, el "no existen las cosas urgentes sino los pendejos con prisa", no poder caminar sola por las noches, no poder vestir como te da la gana, la vida pachuqueña de pensar que el cómo vistes, luces y cuánto dinero tienes significa la clase de persona que eres, el gobierno priísta, el que me estén espiando y/o que yo represente una amenaza por TSP o por el 132, la simulación política, las reformas estructurales, los muertos y desaparecidos, la falta de un sistema de justicia que funcione, racismo y clasismo al por mayor, gente que no respeta a nada ni a nadie... Todo eso me hace extrañar la otra vida. Estoy llegando a un punto donde México con su comida, sus colores, sus costumbres y sus cosas bonitas no puede ganarle a todo lo anterior. Me estoy cansando.

Me estoy cansando y extraño la calidad de vida de lo que tenía en Europa. Eso: calidad de vida. Vivir así de relajada. ¿no será que en México todos vivimos con estrés constante? Sí, aunque muchos digan que aquí se vive bien y que viven tranquilos, creo que es en parte porque no conocen otra clase de vida que no sea esta. A lo mejor me afecta más porque soy mujer o porque las cosas se han ido agravando en los últimos años. No lo sé.

Lo que sí sé es que no se me salen de la cabeza las palabras de mi amigo Jorge: Tranquila, yo decidí que quería ser periodista a los 30.

Yo todavía no decido qué quiero hacer ni si lo quiero hacer aquí (aunque hace algunos meses, viviendo en Brno creí que regresar y trabajar por México era lo que quería hacer). Sin embargo, sé que estoy decidiendo algo importante porque se me corta la respiración cada vez que lo pienso profundamente. A lo mejor lo que quiero es escribir. Ya lo veremos.

Cuento con esas 3 habilidades a mi favor y sea lo que sea que decida, I'm going to win, bitches.


7.10.13

La abuela de los consuelos.

Justo ahora que estoy llorando y que quisiera que alguien me consolara sé que la única que me puede dar consuelo soy yo misma.

Me acordé de cuando entré a trabajar a Interligua y lo difícil que fue obtener ese puesto. Ese curso para entrar me costó muchas lágrimas y esfuerzo. Recuerdo uno de esos días, quizá de los más difíciles donde regresé del DF agotada, llorando, no había comido en todo el día. Lloré todo el camino de regreso a Tlahue. Recuerdo que mi abuela me esperaba en casa con comida caliente. Era Enero o febrero. Recuerdo cómo me calentó la comida y mientras yo estaba en la mesa redonda de la cocina se sentó conmigo y me senté a llorar. Le dije todo lo que me pasaba, lo triste y agotada que estaba, lo mucho que quería tirar la toalla. Ni ahora ni entonces yo me permitía romperme con cualquiera. Con mis papás, por ejemplo, jamás. Ellos son los que peor piensan de mí, los que más critican cada una de las decisiones que tomo. Ahora que recuerdo, sí que lloré con ellos por la misma razón por la que lloré con mi abuela. Pero ellos no me inspiraron ni me hicieron sentir mejor. Quizá por eso yo guardo mucho resguardo de las cosas que les digo. Uno siempre busca las cosas que le hagan sentir mejor, no peor.

Recuerdo que mi abuela me moraba consternada mientras comía en medio de sollozos y mocos. Recuerdo que me preguntaba cosas y yo le contestaba. Recuerdo que me tomaba de la mano y me miraba con su carita como de que sufría conmigo sólo por verme sufrir. Porque me amaba mucho. Sólo por eso. Recuerdo como después de escuchar todo mi discurso de por qué mi día había sido una mierda, como estaba harta de la perra que me había hecho llorar, como odiaba el estrés de viajar a diario 4 am al DF, como odiaba correr en el metro con la incertidumbre de saber si llegaría o no, como le dije que no había comido en todo el día porque no me alcanzaba el dinero... recuerdo cómo cuando hube acabado me miro y me dijo: pues ya. Mañana no vayas y listo. Me apoyaba. Me decía: ya no te quiero ver sufrir. Entonces, no sé de dónde saqué fuerzas (seguramente de las fuerzas que me daba ella) y le dije: ni madres. Mañana regreso sólo por darle una lección a esa bitch.

Al final de la travesía la bitch me felicitó, por cierto. Por mi perseverancia. Porque sabía que yo era lista. Fue la cosa más difícil que tuve que hacer a los 17 años. A los culeros, siempre culeros de mis papás se los he de agradecer toda la vida. Yo no sería tan fuerte si no fuera por las culeradas. De los traumas para toda la vida, ufff. Bueno, aprendí como NO quiero tratar a mis hijos. Pero ése es otro tema.

Lo que sí sé es que hoy, ahorita, extraño un chorro a mi abuela. Que me diera de comer calientito y me dijera: Pues ya. Si te mandan a la verga, ni modo. No te quiero ver sufrir. Entonces yo, llorando todavía, la abrazaría y le diría: ni madres. Fiel a mí misma hasta el final.

No tengo eso porque ella ya no está. Lo que tengo es a mí. Así que supongo que hoy me iré a dormir chille y chille, imaginaré que como muchas veces duermo con ella y la abrazo. La abrazo la abrazo y la vuelvo a abrazar.

Hoy, nomás me consuelo yo. 

17.9.13

El país "feliz"

Somos el país 16 de los más felices del mundo o eso dice un estudio que anda rolando por ahí. En mi trabajo me ha tocado ver una lista de los municipios más felices de México creada igual bajo un estudio que toma en cuanta ciertas características. Me sorprendió. Me sorprende todos los días ver que a pesar de todo somos un país "feliz". Sí, a pesar de todo.

Y me quedé pensando en de dónde chingados sacan esas encuestas ridículas. Mi mente viajo hasta la conclusión en que el infeliz es el que se queja o que "ignorance is bliss". La queja.

Me acordé como el ciudadano europeo es un experto en quejarse. Así, se la viven en la queja de todo. El español resulta el gran ganador. El año pasado, en un viaje a Eslovaquia a mi amiga Margarita se le ocurrió juntarse con una española de Cantabria (bueno, entre ellos todos se diferencian y unos se sienten más españoles que otros). Fue un horrible fin de semana de escuchar sus quejas una tras otra tras otra. Hasta lo que no comía le hacía daño. Márgara y yo, por el contrario nos quejábamos, pero nos reíamos. SIEMPRE nos reíamos. Hasta de las desgracias como por ejemplo, de  extrañar la comida. Le veíamos el lado bonito a no tener comida mexicana cerca: dimos con un restaurante indio que contribuía a nuestra necesidad de ingerir picante o comíamos pierna de cerdo a las brasas  que tenía sabor a carnitas, prescindíamos de las tortillas y la salsa, pero para nosotras eran días de festín. En los días más crudos del invierno íbamos a un restauran al centro de Brno y pedíamos un caldo de res con albondigas de hígado, que aunque no sabía como al caldo de res mexicano tenía ese toque calientito de casa, pedíamos limones ante la mirada estupefacta de las meseras checas y le dábamos aún más sabor a la Ajina Kucharka.

Nos hartaba la nieve, pero nos aventábamos como niñas chiquitas a jugar en ella. Caminábamos por el blanco e invernal Brno con la cara congelada (como cuando te sacan las muelas). "Wey, veo la nieve y se me antoja una nieve de limón". La textura de la nieve que ocultaba el pasto y que se veía como cualquier mostrador de las meras meras nieves de Tocumbo, Michoacán. Apovechábamos también para embarcarnos en los viajes de llenarnos de capas de ropa para soportar el frío y salir a la calle cual muñecos de nieve. Unas mexicanas ridículas en Europa del Este. Aunque al principio fue difícil adaptarse; reíamos, siempre reíamos...

Quejarse es bueno, creo. Pero reírse de uno, adaptarse, encontrar la manera de A PESAR DE TODO, aún ser feliz... también.

En México también ha sido nuestra carga. El mexicano que aprende en su miseria a ser feliz, a reírse de su miseria, a verle el lado bueno cuando se lo chingan, a siempre, siempre sonreír.

 A lo mejor en eso se basan las encuestas esas de la felicidad.

¿Será bueno o malo? Ya no sé.

4.7.13

Silencio a la mexicana

Mientras escribía el post del cáncer y escuchaba música en mis audífonos, noté el aire tenso. Estaban en la oficina mi jefa, el Licenciado López y los choferes. Me quité los audífonos.

Hablaban de que levantaron a alguien aquí afuera. A un chico que hacía Servicio Social en el área de psicología. Salió el martes a Avenida Madero, una chica le dijo "ayúdame a subir estas cajas al coche", el le ayudó y la chica lo empujó dentro. Se lo llevaron, lo golpearon. Lo soltaron ayer. En la oficina comentan que seguramente "soltó la sopa" y dio nombres de posibles "secuestrables". Dicen que tienen a varios más secuestrados (todos jóvenes, hombres y mujeres). Hablan de narco en Pachuca, de delincuencia organizada, cuentan los chismes que andan rondando al respecto, dan nombres de gente que sospechan es narco... Los comentarios que se pueden escuchar en cualquier parte de este país.

Terminan de contar. Se hace el silencio. Dura unos 10 segundos. La tensión está en el aire. La tensión y algo más... ¿y si me levantan a mí? ¿Y si me quieren secuestrar? Ahora me voy a fijar cuando salga de aquí, qué país tan triste, qué hijos de perra los que secuestran y le destrozan la vida a alguien. Alguien hace un chiste (humor mexicano), todos mostramos media sonrisa. El silencio sepulcral no se va. La pesadez en la panza menos...

Mi estupor y mis nervios me van a durar unas horas, luego voy a intentar seguir mi vida, lo olvido o lo bloqueo porque uno no puede vivir con miedo...

Odio ese silencio que sigue al "está cabrón", el silencio que sigue a cuando en este país hablamos de TODO lo que pasa mal, de TODO lo que está de la verga, a TODO eso que nos hace sentir vulnerables, el que sigue a hablar de TODO lo que TODOS sabemos pero que intentamos no pensar para creer que vivimos "sin miedo", odio este silencio pesado y doloroso.

A veces dejo de querer a este país. 

El hijo de perra

Mi historia con esta mierda de enfermedad data de 2009. Quizá esto deba titularse "la muerte y yo". O algo.

Por mi abuelo Gustavo Corres sé que mi bisabuela, madre de él, murió de cáncer de mama. Eso lo descubrí en algún punto de mi adolescencia y fue el único contacto que hasta 2009 tuve con enfermedad de mierda.

Recién acababa de morir mi tío Andrés en un hospital público. Una historia muy triste que me dejó muy deprimida y que intentaré resumir en unas líneas. Mi tío Andrés, hermano de mi papá, fue alcohólico gran parte de su vida.  El alcohol fue su compañero desde que fuera un adolescente, se le disparó en medio de un matrimonio con una mujer que no quería y que lo desesperaba hasta puntos violentos, cuando la engañó con una alcohólica como él, cuando su divorcio, cuando perdió a sus hijos por ex mujer que ahora lo odiaba a pesar de su recién descubierto mormonismo fanático (ella encontró "refugio" en esa religión, aunque nunca he entendido cómo pregona tanta cosa si está llena de odio), cuando le dio diabetes... Finalmente dejó de beber cuando descubrió que ya tenía insuficiencia renal y que no viviría más allá de 2 años. Su única esperanza era un transplante de riñón.

Mi tío Andrés era un hombre bastante necio y callado. No nos contaba nada de lo que le pasaba. Yo lo recuerdo feliz cuando era niña, siempre me abrazaba y me besaba a puntos empalagosos. Recuerdo su barba raspándome los cachetes, lo hacía a propósito para molestarme porque sabía que sus barbas me picaban cuando me besaba. Esa costumbre sólo la perdió en esos momentos de nuestra relación en que no había relación at all, o sea, cuando no nos hablábamos. Era un hombre feliz, lo recuerdo y lo veo en las fotos de cuando era muy joven: siempre sonreía. Sin embargo, se fue amargando con la edad. En los últimos años de su vida dejamos de hablarnos por períodos. Yo era insidiosa y hacía preguntas. Él era hermético y grosero. Me lastimaba y supongo que mi curiosidad por verlo infeliz era lo que le molestaba. Hubo dos confrontaciones en donde nos dejamos de hablar por varios meses. No lo lamento, simplemente sucedió así. En diciembre de 2008 recibimos una llamada. Mi tío estaba en el hospital en Celaya, muy mal. Quizá moriría. Ahí, en boca de su 2da esposa, esa alcohólica con la que engañara a su primer esposa y que permanecería con él más de 10 años, gran parte de ellos en sobriedad nos contó todo lo que ella misma había descubierto el día anterior: mi tío había sido diagnosticado ya con un daño renal irreparable, se había enterado en algún punto del año anterior. No había dicho nada. A nadie. No quiero imaginar a qué punto tuvo que llegar para acudir al médico. Tampoco era de los que iban al doctor. No dijo lo de que necesitaba una dieta, lo de que tenía que cuidarse, lo de que necesitaba una alimentación especial. No se lo dijo a nadie. Siguió viviendo con sus malos hábitos, todos ellos (menos el de beber). Fue en diciembre de 2009 que una gripa lo tirara y acudió a la automedicación y sus cuidados torpes y sin supervisión. Tuvo una crisis. Recuerdo llegar a Celaya, a ese hospital privado en el centro y entrar al cuarto y verlo tan débil, frágil, tembloroso y flaco, MUY flaco. Me tiré a llorar. Ahí terminamos el último período donde no nos hablaríamos. El no habló porque no podía, cada una de las partes de su cuerpo temblaban debido a ese desajuste de sustancias vitales dentro de su cuerpo. El no habló pero no hacía falta. En sus ojos llorosos vi tanto amor como en el mío. Lo vi apenado, además. Apenado porque en su tonta cabeza no quería vernos preocupados. Por eso el silencio autoimpuesto. Todo se nos olvidó. Sus hijos a duras penas fueron a verlo al hospital y jamás consideraron la posibilidad de donarle un riñón. Pero ¡cómo! ¡tenían toda una vida por delante! ¿Y sin un riñón? ¡Jamás! Se rehusaron a donarle un riñón a su papá, tampoco sangre, a duras penas estuvieron en el hospital y a duras penas lo cuidaron en su recuperación. Mi papá decidió que él sería el donante.

No hubo terapia, ni nada. Sólo éxamenes médicos para determinar compatibilidad y la venta de terrenos. Había poco dinero. Se echó toda la carne al asador. El doctor no presionó con la onda de terapia. En mayo de 2009 todo estaba dispuesto para el transplante. Ese día trabajé. Estaba en el medio de el final de una relación de 2 años, con la escuela y el trabajo a full. No me quise tomar el día porque pensé que no era necesario. Tenía 22 años. No me di cuenta de lo importante que era dejarlo todo para estar al lado de gente tan importante para mí. A nadie le conté lo que pasaba. Me lo guardé. Me guardé mi frustración por esa relación estresante y triste que ya navegaba en los nebulosos campos del final y me guardé que mi papá estaba en medio de una operación que duraría más de 5 horas. Mis abuelos estaban allí con sus hijos, rezando. Mi abuelo contaba con una sonrisa en la cara que mi papá había donado un riñón enorme y que por eso la operación había tomado tanto tiempo.  El transplante resultó exitoso. Todos brincábamos de gusto. Olvidamos la parte de la recuperación... Creímos que todo estaría bien, que él estaría bien, que por fin tenía los ánimos de vivir. No nos dimos cuenta que estuvo solo en esa parte tan vulnerable. Sus hijos menos lo cuidaron y eso era lo único que él quería... quería saber que no los había perdido. Pero al parecer era demasiado tarde. Sobra decir que a partir de eso dejé de hablar (para siempre) con mis primos. Mi prima Andrea se convirtió en su madre: un ser lleno de odios, complejos, baja autoestima, llena de rencor. Uno de sus argumentos para sostener la separación de su padre fue que "no iría al cielo con el Padre Celestial" porque no permaneció casado con su madre. El odio se le veía en la cara y es algo que yo no puedo concebir. Odiar tanto a alguien. Tanto tanto. Alcohólico sí fue, sí trató mal a su madre, pero la verdad es que a ellos siempre les dio todo lo que pudo darles y siempre lo vi cariñoso con ellos. Supongo, también, que no soy quién para juzgar. Cada quien carga las piedras que quiere cargar en el camino. Estoy segura de que Andrea carga unas pesadísimas. Equis.

En la recuperación de mi tío, no contamos con que estaba solo, con que su mujer tenía y quería trabajar todo el día, primero por las deudas y segundo porque ya no toleraba estar en casa: mi tío cada vez se amargaba más (contrario a lo que todos creíamos que sucedería). Las cosas no siempre suceden como en las películas. Creímos que estaría feliz y entusiasmado por la nueva oportunidad de vivir y pasó todo lo contrario. Supongo que te haber habido terapia no hubieran recomendado el transplante o hubieran trabajado en él para que estuviera completamente preparado para recibir un órgano. Un día dejó de comer, nadie lo vio, le dio un coma diabético y fue a dar a urgencias del seguro. Allí contrajo una infección que lo dejó delirando y perdiendo lo poquito de vida que le quedaba. Estuvo en ese hospital poco más de 2 semanas. Tampoco fui. No había dinero y yo "tenía" que trabajar para mantenerme. Esa fue la excusa que me di a mi misma cada uno de los minutos de esos días. Por eso no fui, por eso me limité a llamar para saber cómo estaba. Creo que tenía algo de miedo de verlo mal. Mi mundo se empezó a derrumbar y terminó de derrumbarse el día que murió. Nunca antes había vivido la muerte de un ser amado. Ésa sería la primera. Murió un viernes 31 de julio, en Celaya, Guanajuato. Tampoco fui a su funeral. Los sábados era cuando más trabajaba y cuando más dinero percibía. Cuánto me arrepiento de no haber ido. Era una niña. Ese día viajé a Tlahue, a casa de mis abuelos sólo para encontrarme con sus cenizas en un nicho. No él, no nada. Mi tía Claudia me dijo "qué bueno que no lo viste, pesaba, a lo mucho 40 kilos, no hubieras querido verlo así". Pero yo quería muchas cosas. En ese momento mi único deseo era regresar el tiempo, estar con él en la operación, renunciar a mi trabajo y cuidarlo todos los días hasta que viviera 80 años feliz con su riñón regalado. Me sentí culpable, la más culpable. No dormía, no comía, me levantaba como un zombie, mi ex se había ido, me había dejado. Me levantaba, no me bañaba, no me maquillaba, me iba como fantasma al trabajo, sentía que en cualquier momento  rompería a llorar mientras daba clase. Un día, con un alumno que acababa de perder a su suegra de cáncer en casa y me contaba su pena, lloré con él. No me importó. Supe que estaba mal el día que mi jefe me habló a la oficina, la cerró tras de mí y me dijo ¿qué te pasa? Me tiré a llorar, le conté de mi tío, le conté que no pedí permiso para ir, para estar con él. Me regañó, me dijo que la familia era primero, que debí decirlo, que me fuera unos días. Me fui. Unos pesos más, unos pesos menos. Ya estaba rota por dentro. Recuerdo esos días como oscuros. Recuerdo la luz mortecina de la calle, las cortinas corridas, yo debajo de mis colchas, yo sin ir a la escuela, yo sin ganas de nada. Ha sido una de las épocas más oscuras de mi vida. Así la recuerdo: en medio de tinieblas. Con el tiempo he aprendido a vivir con ello y a perdonarme. A saber que mi tío tomó las decisiones que tomó, que era un ser atormentado e infeliz, que las cosas pasaron como pasaron y que muy probablemente yo no hubiera podido hacer nada para cambiarlo.

En esos momentos mi abuelo empezó con una tos persistente, de repente le costaba trabajo respirar. Regresaron los días de hospital. Pasó casi 2 meses en el INER (Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias) en medio de estudios. El diagnostico: cáncer de pulmón. ¿Quimio? Probablemente no la aguantará. Mi papá entonces se convirtió en su padre y le dijo ¿Qué quieres hacer? Piénsalo bien, quizá no aguantes. Decidió no tomar quimio.

Hay varios posts en este blog referentes a la enfermedad de mi abuelo. Ahora que lo pienso, hay menos de mi abuela y éste es el primero donde cuento sobre la muerte de mi tío. Quizá es que hablamos menos de las cosas que más nos duelen.

El cáncer es un hijo de puta.

Pocas cosas que agregar. Es un hijo de puta. Se lleva a la gente que amas en las maneras más culeras posibles. Se lleva a la gente vieja y a la joven, a la feliz y a la infeliz, a la que vive enojada y a la que no, a la que llevaba una vida sana y a la que llevaba una vida de excesos... eso es lo que más me frustra de ese hijo de perra. No hay patrones, no es explicable, no hay nada que nos pueda indicar por qué da o cómo. No es como la enfermedad de mi tío que nos lleva a entender que una serie de decisiones personales lo llevaron a enfermarse y a llevar la vida que llevó. ¿Pero mi abuelo? Mi abuelo era bueno, era sano... ¿por qué? Hasta la fecha no lo sé y probablemente nunca lo sepa.

En los últimos meses recuerdo mucho el cáncer porque trágicamente lo hay por todas partes. Lo vi en el blog del dude que sin pudor mostró la enfermedad de su esposa en fotos desde el inició y hasta que muere. No hay finales felices, cada una de las fotos muestra el desarrollo de la enfermedad. Jennifer pasa de ser una sana y joven mujer a un costalito de huesos sin pelo. La última foto es el de una cama vacía. Es tristísimo. El dude nunca se fue de su lado. Justo como nosotros jamás dejamos a mi abuelo. La enfermedad se come todo, te deja en los huesos. Eso es igual. Los enfermos de cancer se ven todos así: la mirada perdida, la muerte rondando, sin mejillas, sin color, cabezas calvas, la dificultad en el rictus. Luego está el blog de Ezra Caldwell donde él mismo muestra mediante fotos su lucha contra la enfermedad. Está ya en fase terminal. Su blog: http://www.teachingcancertocry.com/?author=2 Ezra es un fotógrafo talentosísimo y tiene sólo 38 años. El cáncer se muestra igual de implacable. Por último, por unos replies en Twitter supe de Amaya Marichal. El último post de su blog se llama "Triste descubrimiento" y dice así:

Hace un par de días descubrí algo. Me asusté. Grité. Lloré. No lo podía creer...

Ya no puedo mover mis piernas. Ya no las siento. Estoy paralizada de la cintura para abajo. Es desesperante. Frustrante. Muero de miedo. Estoy triste. ¿Cómo va a ser mi vida ahora? ¿Seguirá avanzando la parálisis? ¿Qué va a pasar? 

Amaya murió mes y medio después. Tenía 32 años y tenía un bebé de menos de 1 año. Luchó más de 2 años contra el hijo de perra. No ganó. He leído como posesa su blog. Qué talentosa y bonita era. Y se fue. Eso me llena de tristeza.

Nada. El cáncer es un hijo de perra.

27.6.13

La cachetada con guante blanco.

Llevo 3 meses en la Dirección de Servicio Social y Prácticas Profesionales de mi universidad haciendo mis prácticas. Aunque me hubiera gustado hacerlas en otro lado, fue el único lugar donde me aceptaron porque ingresé tarde al semestre debido a mi semestre de intercambio.

Me lo pintaron muy bonito, el director me dijo que uuuta, me iban a poner a hacer cosas de Comunicación Social. Demasiado bueno para ser verdad. Al final me sumergí en la vida de cualquier burócrata con un trabajo aburrido y mediocre. Lo bueno de esta experiencia es que mi jefa directa es a toda madre. Idea que le doy, idea que me dice: hazlo. Eso inspira. El problema es cuando la propuesta sube y nada puede hacerse por las trabas burocráticas que existen en estas instituciones públicas. Todas las buenas ideas se van a la mierda, a menos que ya tengas un buen puesto y tengas uno de esos cetros de poder. Con mi jefa nos referimos a Sosa Castelan como "Voldemort" porque en realidad es el innombrable y pues nos da risa mil.

La oficina donde estoy es compartida entre mi jefa y uno de los seres más burocráticos que he conocido jamás. Lo nombraremos Lic. López (porque así se llama). Es de esos que se quejan de TODO absolutamente pero que no hacen nada para cambiarlo. Mediocres como él, MUY pocos. El otro día se puso a alabar las marchas en Brasil pero las marchas en México las condena con toda su fuerza. Me da palmadas en la espalda y me dice que siga soñando. Es de los que dicen que "los mariguanos son malos", de repente hace unos chistes subidos de todo jurando que  dan risa y al poco rato dice que los homosexuales son un pecado y son anti natura y que están mal porque no vienen en la Biblia. Doblemoralino por donde se le vea. Y aparte necio. El otro día tuvimos una discusión de horas (que él cree que ganó) donde afirmaba que la palabra "GAY" significa "Good As You". Yo le dije que no, lo busqué en el diccionario, busqué sus raíces etimológicas,  hice DE TODO y el pinche Lic López no salió de su idea aunque le enseñé el diccionario y aunque le dije que la frase correcta en inglés sería "As Good As You" (mis 5 años de Interlingua me avalan). Hay maderas que simplemente nunca agarran el barniz. Eso lo entendí en la última discusión; es una pérdida de tiempo y saliva discutir con gente tan necia y tan pendeja e incapaz de aceptar un error. Pero bueno, como muestra de su mediocridad están sus 9 años en un trabajo que ODIA, ganando 5000 pesos al mes, quejándose de todos y todo. Afortunada yo que no pienso ser tan mediocre para aspirar a tener esa clase de vida. Lo único que hago es decirle que sí, voltear los ojos cuando no me ve y mejor dirigirle lo menos posible la palabra.

En general TODOS son hipócritas y groseros, no saludan y te ven como una amenaza a sus mediocres trabajos simplemente porque eres más listo o sabes hacer las cosas mejor que ellos, además, como eres de prácticas juran que eres el de los mandados. Sin embargo, tengo en un lugar especial a las secretarias y las viejas ahí que se sienten todas jefas y mandamás de la Dirección. Todas te miran para abajo, como si fueras una suerte de subordinada que no merece ni el saludo, porque sí, TODOS los pinches días saludó a la secre (tengo que firmar mi llegada) y de los 3 meses que llevó ahí me ha respondido el saludo unas... dos veces. Además, tengo en mi contra que en la lucha del poder secretarial, todas las viejas de la Dirección ODIAN a mi jefa. Envidia, supongo. Porque mi jefa es a toda madre, a todas les regala (ba) cosas, las apoyaba, las escuchaba, les sonreía... hasta que un día, las dueñas de las listas de llegada (porque aparte de secres, ostentan su poder con las listas de control de entrada y salida), no dejaron firmar a mi jefa su llegada porque llegó en punto de las 9.02 y pues ¡se había pasado por 2 minutos! Esos sí, como son las sueñas y señoras de las listas, ellas SÍ pueden entrar pasados hasta 15 minutos. Total que hubo pleito porque no dejaron firmar a mi jefa, las encaró diciéndoles que cómo ellas sí podían llegar tarde y ahora las checa también (en un acto trollesco sin precedentes en la Dirección), por lo que, yo soy la extensión del odio secretarial.

 En uno de esos días, la secre se quejó con el Lic. López de que yo le aventé las listas de entrada, cosa TOTALMENTE FALSA. Yo seré muy cabroncita, muy quejumbrocita en twitter, pero JAMÁS soy grosera con la gente que no conozco y menos con la gente a la que le prestó o me presta un servicio. JAMÁS. Hasta me pueden tratar mal y jamás contestaré grosera. Bueno, ni cuando manejo y hago corajes soy grosera (y ganas no me faltan). Soy de esas románticas que creen en la idea de "la cachetada con guante blanco", esa forma de vida donde a esa gente que es grosera y sin modales, le contestas de manera amable a ver qué hacen, aunque claro, no aplica para la gente que te trae de tapete siempre, para todo hay límites. El punto es que con esta secre en particular he tenido bastante paciencia, a mí parecer es sólo una persona amargada e infeliz en un trabajo mediocre y así saca sus frustraciones. Total que se quejó de mí con mentiras, a lo que contesté al Lic. López que era totalmente falso, que al contrario, yo siempre la saludaba y ella no se dignaba siquiera a levantar la vista de su computadora... Otro de los defectos del Lic (aparte de su mediocridad) es ser chismoso. Al día siguiente, fiel a mi costumbre, le sonreí y le di los buenos días a la secre, me sacó la lista y me dijo "aunque llegues tarde te voy a dejar firmar para que no andes hablando mal de mí". Jajajajaja. Me reí mil por dentro pero ni siquiera le contesté. Le di las gracias.

Esa gente que trae un palo atorado en el culo nomás anda al acecho, a ver con quién se pelea. OBVIO no le iba a dar ese gusto. Moraleja: no le dé gusto a esa gente, pa' que les arda más... Eso: la forma de vida de la "Cachetada con guante blanco".

4.6.13

Las cosas desde su justa perspectiva.

El ex más patán que he tenido me volvió a buscar. El famoso don Pendejo. Bueno, me buscó antes pero la verdad es que nunca lo pelé. Me aguantaba las ganas de contestarle con un chinga tu madre (no se diga que no tengo educación). Y he tenido varios novios patanes, eh. Pero éste sí que fue un pasadito de madre. Mentiroso, inseguro, infiel. De ésos que te hablan bonito al principio y tienen tantos issues en su cabeza que cuando ya te tienen enamorada lo que hacen es tratarte mal, callarte, hacerte sentir chinche. Lo permití 3 meses y no más. Porque me quiero mucho y porque mi enojo siempre ha sido un gran motor para hacer cosas.

Justo al final de esos 3 meses, cuando yo me sentía chinche y me daban unos ataques de ansiedad en la búsqueda de las explicaciones para entender el por qué se comportaba así y por qué me hacía sentir como me sentía y el hecho de no querer estar sola y de estar reflejando mis carencias emocionales en él, la Maru me dijo "por algo estás volviendo a caer, tranquila, ya iremos descubriendo por qué". Salí de ahí emputadísima y recuerdo ir por Avenida Revolución pensando "ni madres, yo no voy a ser de esas". Llegué a casa y lo primero que hice fue marcarle a Don Pendejo y decirle "en tu puta vida me vuelvas a buscar. No quiero que me marques, ni que me escribas ni nada." y le colgué y sonreí. Ni madres. Yo no iba a ser de esas mujeres que pasan meses y años en esas relaciones enfermizas.

El punto es que me volvió a buscar. Me agregó en Facebook. Y lo acepté. Dije: bueno, a lo mejor me va a pedir una disculpa. Y no. A los 3 minutos me escribió en el chat como si hubieran pasado 2 días ¡Y tiene más de año y medio! Me daba risa. Me intentó hacer la plática muy lindo y pues me dio la hueva del mundo. No tengo nada que hablar con él y es un wey con mil pedos. Le dije que mejor vaya a terapia. Fiel a su costumbre, se enojó de que le dijeran sus verdades y más una mujer. Ni modo, machista gonna machear. Pobrecito. Se quedó callado.

Ya no me volvió a escribir.

Y yo ya me di cuenta que ya lo perdoné. Pobre don Pendejo. Seguro tiene pedos con su vieja la aburrida descerebrada esa con la que regresó después de que lo mandé a la chingada.

Lo dicho: pendejos gonna pendejear. Que sea muy feliz.

25.4.13

Abril de regresos

Me sigo sintiendo mal y ya estoy harta. Ya no sé si sea de salud o qué chingados aunque prefiero que sea eso a aceptar que pueden ser mis chaquetas mentales. Estoy cansadísima TODO el tiempo y no es normal. Quiero dormir y dormir y dormir.
El síndrome de túnel carpiano y traer la mano jodida, la presión alta, la tesis, el último semestre, las prácticas profesionales donde tengo que lidiar con burócratas pendejos de la universidad, el trabajo, que si me estreso mucho, que los dolores musculares, que si quiero dormir todo el tiempo, que si los issues que dejé sin resolver antes de irme a Europa, que si extraño Brno, que si el pinche tráfico mexicano me saca de quicio, que si no estoy preparada para estar con alguien, que si hace mucho no me enamoro, que si quiero poner una AC, que si mis proyectos... y así es todos los días y me lleno la cabeza de cosas.
Ya no sé. Mañana voy a hacerme el perfil tiroideo y a acabar de una vez por todas con esta maldita incertidumbre.

Por cierto, tengo un gato, se llama Toti. Hoy Dayra Paola cumple 2 años, mi abuelo hace 3 que murió y mi abuela 2. Desde que regresé he tenido unos episodios culerísimos de extrañamiento aunque en general me dan cada cierto tiempo.

En terapia aprendiendo mucho, eso está chido. Mi vida está llena de MIS decisiones y esta decisión de la vida que llevo la tomé yo y nadie más. Así es la cosa. 

18.1.13

La carta sin escribir


Ésta es la carta que pensé que jamás escribiría pero que escribo aquí, en el restaurante japonés al que veníamos cuando vivíamos juntos en Barcelona. 

   Caminando por estas calles me parece que por fin te pude perdonar. Por fin. En mi cabeza pensé que venía a darle nuevos recuerdos a los lugares que conocí a tu lado. Pero no. Vine a perdonarte, sólo que no lo sabía. Vine a perdonarte y a aprender a vivir con las cosas buenas de lo que viví contigo. Todos los días me perdono el haberme hecho tan infeliz. Y quiero que sepas que no eras tú: era yo. Estuvimos juntos para aprender, para darnos cuenta de que nos merecíamos a gente distinta y en el camino nos hicimos mucho daño. Fue culpa de ambos, de nuestra juventud, de nuestra inexperiencia, de nuestras ganas de querer y que nos quisieran. 

   Hoy le agradezco a la vida y nos agradezco a nosotros lo que vivimos, lo que aprendimos, lo que lloramos y lo que reímos. 
Discúlpame porque sé que te lastimé. Perdóname por, en mi infelicidad, hacerte infeliz a ti. 

   Estoy en Barcelona, fui al lugar donde vivíamos, caminé al Kebab donde comíamos cuando no teníamos dinero, fui a la rambla, me senté en Plaza Cataluña a escuchar el aire, fui a "nuestro" bufet giratorio, tomé las fotos que antes no me atreví a tomar (no me importó parecer turista china), sonreí mientras caminaba por las calles… 

   Todo parece igual pero no, no lo es. Hoy camino feliz. Y antes… antes caminaba anestesiada, mal, infeliz. Todo es igual pero diferente. Estoy sola pero soy bien feliz. Porque antes de ti, contigo y algún tiempo después de ti, no era feliz conmigo. Y ya lo soy. Gracias a mí, gracias a las decisiones que me llevaron a caminar hoy sola por las maravillosas calles de esta ciudad de la que estoy profundamente enamorada. Mis pasos hoy no vacilan, hoy voy segura, voy feliz, voy con la mejor persona con la que podría ir y con la que hoy, después de muchos años, es la que aprendí a amar, a querer y a tolerar, es la persona con la que más a gusto me siento: yo. 

   No es la mejor persona, no es la más perfecta, la caga a cada rato… pero aún así la amo. Y ése, my dear ex, es el principal y primer amor que deberíamos sentir todos antes de sentir amor por alguien más; el amor propio, ése que sabe amarnos por sobre todas las cosas, ese donde podemos estar solos y sentirnos completos, donde podemos no tener un techo y sentirnos en un hogar. Es ése el amor que siento hoy. 

Y sí, soy muy muy feliz. 

7.1.13

Egoísta

Ok. 
Entonces. 
Llevo 4 meses en Europa. 
En 1 regreso a México. 
Extraño cabrón a la gente que quiero: mi sobrina, mis hermanas, mis abuelos, mis amigos. 
Extraño la comida. 
Y ya. 
De la comida puedo prescindir. A la gente que quiero la concentro en mis redes sociales. 
Y luego tenemos mi 2012 que me llenó de amor por México. Y luego tenemos que eso me dio la idea de que en este país no hay imposibles, de que si quieres conseguir algo, luchas por obtenerlo. 
Y yo quiero hacer eso. 
Y entonces busco a mis amigas/os y les digo cuánto les extraño. Y ellos me dicen: no regreses a México. La cosa está cada vez peor. La reforma laboral. La inseguridad. La vida. No regreses a México. Y yo les pregunto que por qué. Les pregunto si la cosa ha cambiado tanto desde  que me fui. No me contestan. Les pregunto si está tan grave la cosa, si se puso tan grave en 4 meses. Me sudan las manos y me da miedo. Y pienso en México. Y tengo pesadillas. No una, no dos, no tres sino varias veces. Me descubro sudando en medio de mi cama, perdida, pensando en si estoy en México o no. Y bueno... se me mueve el piso, se me mueve la vida, se me mueven los sueños. 

Lo pienso. Uno. Dos. Tres días. Vengo a Bilbao. Daniel me dice que lo ha pensado y que al principio quería regresar a México. Y que luego se lo ha pensado mejor. Aquí vive todo lo feliz que no vivía en México. Y me dan ganas de vivir así. Y pienso que es posible, que está bien, que quiero ser yo. 

Y me dan ganas de quedarme. 

Luego lo pienso mejor. Entro en conflicto. No quiero sentirme como una cobarde. Quiero hacer las cosas bien. Quiero trabajar de lo que estudié y que tanto trabajo me ha costado. Quiero regresar a México y hacer las cosas bien. Quiero terminar la carrera. Quiero hacer por mi país más de lo que las normas sociales dicen que haga: más allá de un trabajito Godínez de oficina. Quiero hacer más. 

Daniel me dice: es que yo lo pienso, yo quería regresar, yo amo a mi país, pero me acuerdo y me quejaba mucho, mentaba madres... Y entonces, estoy algo borracha y le digo: ok, ya me dijiste los problemas, ahora dime las soluciones. No, pero es que es muy difícil, la educación, la seguridad, el costo de la vida, porque aunque ganes bien tienes que invertir y pagar todo eso... No, Daniel. Pero dime SOLUCIONES. Y no me las sabe decir. O sí, pero sin la misma fuerza con la que expresa sus quejas. Y entonces le digo: yo creo que es cosa que que los ciudadanos nos pongamos de acuerdo, que dejemos de ser egoístas, que trabajemos por nuestra casa, nuestra calle, nuestra colonia, nuestra ciudad... Y él sólo asiente. Tengo razón. 

La cosa es que dejemos de ser egoístas. Yo lo entendí a los 24 años y nunca es tarde. Ya no quiero ser egoísta. Ya no voy a ser egoísta. 

4.1.13

De regreso en Barcelona


Ayer por la noche regresé a Barcelona después de 4 años. Estuve aquí por primera vez en el verano de 2008. Sabía que regresaría (aunque nunca lo pensé como meta a corto o largo plazo, sólo sabía que regresaría). Regresé más pronto de lo que hubiera pensado. Sentí mariposas en la panza cuando mi avión aterrizó. No reconocí nada de lo que recordaba en el aeropuerto. Entonces me di cuenta que era porque estaba la terminal 2. Tomé un bus que me llevó a la Terminal 1 y allí todo tomó más forma. Reconocí la estación de tren. Yo no soy la misma, las cosas que veo tampoco. Todo se ve más sucio, más consumido… y probablemente yo me veo más vieja y un poquito más sabia. Pienso mucho mientras camino en todo lo que he cambiado en este tiempo. Ayer pensé que era una infeliz, pero no es del todo cierto. En ese tiempo estaba con alguien y en ese momento de nuestra vida juntos había muchísimo cariño de mi parte y muchísimo amor del suyo. Hoy sí sé diferenciar en el amor y el cariño que había en esa relación. Y sé que él me quería más de lo que lo quería yo a él. Sí, había cariño pero precisamente por estar al lado de una persona que no amaba es que me sentía tan infeliz. Pero eso no era todo: odiaba quién era, no había momentos de reflexión, no estaba segura de hacer cosas que me apasionaran, la posibilidad de una vida de ama de casa e hijos me deprimía y atemorizaba, odiaba mi cuerpo, odiaba mis pasos, todo era borroso… era una niña que no podía ver todo el panorama con los mismos ojos grandes que siempre he tenido. Hoy mis pasos se sienten más seguros porque sé exactamente hacia donde van, sé además, que como la vida me ha demostrado, estos pasos pueden cambiar de rumbo sin previo aviso o que pueden surgir destinos nuevos. Está bien. Así es esto de soñar a medida que se avanza. Este 2012 redescubrí muchísimo amor hacia mí, hacia lo que quiero hacer de mi vida, Hacia México y hacia Hidalgo. Sé que mi pasión y mi intensidad deben ser canalizados a riesgo de hacer pendejadas y qué mejor que eso se vaya en educar y en trabajar por mi país. Descubrí que me quejaba muchísimo de mi país y de su gente, de sus lugares. ¿Cómo cambiar algo que no conoces, que no comprendes, que no quieres? Pues conociéndolo, comprendiéndolo y amándolo. Estoy decidida a tener el país con el que sueño, pero sé que ése no llega por ósmosis. Que para poder tenerlo hay que trabajar en él y para él. Sólo así. 

Cada año, desde hace algunos años yo juro que ése sí será el mejor año de mi vida. I put so high expectations. Pero no es sólo de decretarlo, es de trabajar para que así sea.  En 2009 terminé la relación con aquel que no amara y murió mi tío Andrés. Fue el peor año de mi vida. En 2010 murió mi abuelo y aún así pude levantarme, lo que hizo de ése un buen año. En 2011 murió mi Albert y aún así supe levantarme. Pero esos 2 años estuvieron llenos de lágrimas y de dolor. Me enfrenté a miedos con cara de temibles monstruos que viven dentro de mí. Pero hoy puedo vivir con ellos. 

A 2012 no le puse metas. Me dediqué a vivir el día a día buscando ser feliz en cada uno de ellos. Hay días buenos y hay día malos pero son muchos más los buenos que los malos. Muchos más. Los días malos los lloro y los vivo, porque también hay que vivirlos para poder apreciar a los días buenos. Lo hice así sin darme cuenta y llegaron cosas que yo decidí que sucedieran junto con otras que fueron meramente circunstanciales. El 132, Europa, yo. 

Cada año logro superar todas las adversidades que se me presentan. No hay una fórmula, nunca la hay. Pero siempre se deben buscar las herramientas emocionales para sobrevivir a ellas. Sé también que no siempre las tuve, que tuve que ser humilde y pedir ayuda para obtenerlas. 

Este es sin duda el mejor año de mi vida. Y me doy cuenta justo ahora, al borde de las lágrimas, escuchando a Bethoven, sentada en un Subway después de caminar  por los mismos lugares donde caminé hace 4 años. 

Fui a Plaza Cataluña y después a Paseo de Gracia. Está el mismo Kebab donde nos encantaba comer. Vi el edificio donde viví por fuera, el Palacio del Bebé sigue ahí. Pero algunas cosas han cambiado. Todo se ve más sucio (a lo mejor porque ahora conozco lugares más limpios de Europa), todo se ve más viejo. No hay aire hirviente como en ese verano, ahora es invierno y el aire frío enreda mi cabello hasta que lo amarro en una coleta. Y yo soy otra: camino segura, sonrío, no tengo miedo. 

Eso. Camino segura, sonrío, no tengo miedo. Amo quien soy, amo lo que hago, amo mis sueños, amo buscarlos, amo mi pasión y mi intensidad, me dedico mi tiempo y mis reflexiones porque me lo merezco, sé qué quiero. Camino segura, sonrío. 

No hay fórmulas. Camino segura, sonrío, no tengo miedo.