10.3.12

Marzo feels like happy.

Ni siquiera sé cómo empezar este post. No creo en dios, no creo en la suerte. Creo en las decisiones que tomo y en las consecuencias de éstas. Es ciencia aplicada a la vida. No más.
Este blog está lleno de los últimos 6 años de mi vida y repasa los acontecimientos más importantes de ella, salpicados de momentos en que necesité escribirlos. Creo que mi vida no ha sido fácil, me parece que muy pocas vidas lo son.
Mis casi 25 años han estado plagados de muchísimas cosas, mi infancia no fue tan linda como me gustaría recordarla (aunque tampoco fue malamala). Fui una adolescente dificílisima (reflejo quizás de las carencias emocionales que tuve en mi infancia). Mi salida de la vida púber estuvo enmarcada por el proceso de separación de mis padres y después su divorcio. A los 22 perdí a mi tío, a los 23 a mi abuelo y a los 24 a mi abuela, o sea, me tocó vivir la muerte por primera vez (que parece peor que morirse en sí) It hasn't been an easy ride. Quizás no materialmente, pocas veces me ha faltado comida en el plato y un techo. De eso no me puedo quejar. Nací en un ligar privilegiado en comparación con muchísima gente que no ha tenido las ventajas que yo tuve. Emocionalmente es otra cosa... Me parece que desde muy pequeña me ha tocado sobrevivir a muchas cosas sola. Quizás eso me dotó de cierta fortaleza emocional que hoy me permite sortear obstáculos (no sin dolor).
El caso es que no sé, pero mis últimos 3 años, más que los 22 anteriores han estado francamente de la mierda. Así. Hay ratos de sentirse bien, pero duran poco.
Parece que la felicidad es así, destellos de luz que se magnifican y que de repente ilumina a lo malo. Como si lo malo fuera el camino para alcanzar lo luminoso. No sé, quizá estoy equivocada y quizá no. Los años se encargarán de cambiar esta visión o de reforzarla.
El punto es que... estoy con La Maldita Felicidad. Con el Maldito Círculo de Bienestar. Y digo maldito porque son ciclos. Normalmente uno entra en el círculo y después, por circunstancias de la vida, sale de él. Y así pasa y ya. No todo puede ser miel sobre hojuelas siempre. Y quien lo diga, miente. Desconfíe siempre de la gente que lo ve todo hermoso y color de rosa. La vida no es así.
Sin embargo, lo que puede uno hacer es vivir esa dualidad (la de lo bueno y lo malo) al máximo. Con ambas cosas, dejarse ir como gorda en tobogán. Hubo puntos donde creí que la oscuridad nunca se iría, que podía tirarme a llorar en cualquier parte, en que me encerré en mi dolor y no hallaba forma de sentirme mejor. Llegó también el punto donde supe que no iba a poder sola. Supongo que la gente que es más cobarde o que tiene más miedo o que se miente a sí misma, termina por bloquearlo todo y "olvidar". Yo decidí que no podía sola y que necesitaba ayuda. La no iba  a llegar sola, yo tuve que detenerme y saberme vulnerable y buscar quién me diera terapia. Al tomar esa decisión yo sabía que lo que descubriría ahí serían quizás cosas que no me iban a gustar porque de lo que va terapia es de hacer un trabajo interno y constante que busque en tu interior, en las cosas que no hablas, las que más duelen... No cualquiera se atreve a dar tal paso. No lo digo juzgando, al contrario; lo entiendo. Yo también tenía miedo, pero llegó un punto donde mi dolor emocional era tan grande que no había otra cosa qué hacer más que indagar adentro mío. Creo que la Maru se sentía muy orgullosa de mí, se le veía en la cara y lo sentí la primera vez que me abrazo y me dijo "te quiero mucho" y yo salí de su consultorio sintiéndome muy querida. Mi trabajo instrospectivo fue duro y difícil, lloré muuucho. Pero era necesario. Tan necesario que ahora identifico perfectamente muchas de mis conductas como consecuencias de cosas del pasado. Aprendí que hay cosas que no puedo cambiar, pero que sí tengo que aprender a vivir con ellas. Ni pedo.  Las decisiones y los momentos malos, no se van a ir jamás. Pero hay cosas que con la práctica o dejan de doler o duelen menos. Hay otras cosas que van a seguir doliendo pero a las que nos tenemos que acostumbrar. Y lo más cañón siempre es aceptar que no es por obra del espíritu santo que se está donde se está. Uno está donde está porque las decisiones tomadas te llevaron a ello.

Y nada. Estoy donde estoy por las decisiones tomadas. En la oscuridad y en la luz.

Y ahorita, aunque me dé miedo aceptarlo, estoy entrando en la luz. Llevo semanas en la luz. Porque busqué ayuda, porque me moví y empecé a salir y encontré trabajo, porque decidí activarme, porque... porque estoy teniendo la vida que quiero tener, porque decidí que ya era suficiente de oscuridad y decidí la luz.

La única razón por la que me da miedo aceptarlo es que ya antes he tenido luz y se fue. Sé que ahorita tengo luz, pero que no sé cuanto me dure. Inevitablemente la oscuridad regresará.

Anyway... es momento de disfrutar la luz y me parece que siento mucha paz al hacerlo.

Peace out.