24.11.10

Va siendo tiempo...

El sábado pasó algo que me afectó muchísimo. Quisiera dejar de sentir estas cosas que siento, pero no puedo. Llevo días aislada y tratando de meditar o de hacer las cosas que alguna vez me han funcionado. Esta vez they don't seem to work.
   Apliqué examen final el sábado. Ya traigo el maldito SPM. Y me desesperé cómo nunca y como siempre (cuando me da el fuckin' SPM) menté madres  y andaba de malas. Saliendo del trabajo me fui a casa de Ney y hablamos de cosas pendejas y nos reímos un rato. De ahí decidí caminar. Maldita la hora, porque yo sabía que existía la posibilidad de encontrarme con mi ex o alguien de su familia, situación que he evitado por meses. Ya sabes lo que dicen "pueblo chico, infierno grande".
   No entiendo, la verdad, el porqué de mi miedo a encontrarme con ellos. Yo no les hice nada. Al principio ellos tampoco a mi... Pero al final las cosas fueron horribles.
   Entonces iba yo caminando por la calle a casa de Alberto cuando vi la pinche camioneta a lo lejos. Quise hacerme pendeja con el celular, inclusive quise darme la media vuelta y escapar, pero ya no tenía ningún caso y de todas maneras existía la pequeña posibilidad (en mi cabeza) de que siguieran su camino porque a)no me reconocieran o b) no tenían de qué hablar conmigo. No tuve tanta suerte. Entonces justo cuando creí que doblarían a la izquierda se detuvieron en la esquina. Llevaba los audífonos y pretendí no verlos pero de reojo noté como la señora bajaba de su camioneta. Todo me tembló. Qué horror. Estaba helada. Oí que gritaba mi nombre. Pretendí no escucharla pero entonces cruzó la calle mientras me gritaba y casi la atropellan. Ni modo de no voltear en medio de tremendo alboroto. Entonces la vi. Con la misma blusa que le vi los dos años que duré con su hijo. Igual de gorda. Igual de loca.
   Si hay algo que yo jamás hago es ponerme violenta o grosera en la calle. Nunca. Soy súper respetuosa, súper diplomática. La señora quiso llegar groseramente a exigir cosas. Su dinero. Quesque la deuda no había quedado saldada. Y según mis cuentas, saldada estaba. Pero odio tanto pelear por dinero que le dije que sí. Sí sí y sí. Me pidió mi número, mi dirección, mi trabajo y todo se lo dí. Sin poner ni un sólo pero. Tan tonta yo. Siempre me pasa eso cuando me toman por sorpresa. Y mientras estaba allí parada y mientras la señora me veía de arriba a abajo (y yo la veía directo a los ojos, porque a pesar de todo no le quise demostrar cuánto me afectaba) sólo pude acordarme de ti. No de ti precisamente, sino de esos momentos. Andas pregonando por el mundo cuánto (según tú) te odio, cuando no te he dedicado más de dos minutos, ni siquiera cuando tuve el tino de contestarte esas violentas llamadas. Me limitaba a reír (incluso cuando me ofendías). Me daba lástima la manera que tenías de demostrar tu frustración. Sin embargo, hoy, he decidido dedicarte este tiempo de mi vida (unos minutos o quizá horas, lo que me tome escribir este post). Eso sí, será el último. Y creo que quizás lo hago porque quise hacerme la fuerte cuando pasaron todas las cosas horribles. Sólo te lloré (y me lloré) una noche, aquella donde decidí dejar esa casa que compartimos durante 8 meses y de dónde me corriste continuamente las últimas semanas.

   Hoy no. Hoy he decidido que voy a llorar recordando todo lo humillada, sola y pendeja que me sentí. Y hoy he decidido hacer esto para perdonarme. Perdonarme todo lo que sentí y todo lo que me recriminé. Estoy lista.

  Mientras tu mamá estaba allí parada yo temblaba. Estaba lívida, fría. Y todas esas imágenes pasaron por mi cabeza. Sé que dije que no te odiaba. Y no lo hago. El pedo aquí es que no puedo perdonarme. No me perdono haber pasado tanto tiempo a tu lado. Sigo sin entenderlo. Si nunca estuve convencida. Nunca. ¿Por qué entonces accedí a tantas cosas? ¿Por qué accedí a estar a tu lado? ¿Por qué accedí a vivir contigo? ¿Por qué accedí a irme a España? ¿Por qué me costó tanto tiempo y tantas cosas darme cuenta? Seguramente la respuesta está en mi amor propio, en mi pendejez y en mi miedo a estar sola. Accedí desde el primer día en un estado completo de inercia. Me dio penita tu caso. Quise hacerle de buena samaritana y decir: "pues puede ser que yo haga feliz a este ser tan infeliz". Porque cuando yo llegué a tu vida eso es precisamente lo que eras. Infeliz. Lamento mucho haber sido la primera persona de quién te enamoraste así. Lo lamento porque sé que aún estás sufriendo y porque sé que aún me recuerdas. Sin embargo, entre todos mis grandes errores a tu lado, uno fue ése: querer hacerte feliz. Porque hoy y después de muchas cosas he comprendido que la felicidad de una persona no depende de que la amen. Ya ves, no bastó con que yo te amara para que fueras feliz. Siempre estuviste enfermo y siempre has sido una persona negativa. Ahora que lo pienso detenidamente eso fue lo que más me enfermó de ti. Porque efectiva y literalmente; enfermé a tu lado. Tú lo sabes bien. Sé que parece que te culpo, pero no es así. Al contrario, me culpo a mi misma por permitirme hacerme el daño que me hice al aferrarme a una relación que yo jamás pude contemplar a futuro. Cuando imaginaba la idea de pasar mi vida a tu lado me entraba una desesperación y una ansiedad asquerosas. Ya en los últimos meses esa sensación era cada vez más insoportable. Te repito, me culpo a mi misma y no sabes cuánto. Estoy enojada conmigo. A tu lado le hice cosas horribles a mi cuerpo, el estrés me tenía hecha un trapo. ¿Sabes qué es lo peor de todo? No me di cuenta sino hasta que te dejé. No podía concebir mi vida sola y pensaba "por lo menos él me quiere, por lo menos él me apoya". Qué tonta. Qué pendeja. 

   Sacabas lo peor de mi. Y de eso tampoco me di cuenta. La única certeza que siempre tuve fue que de terminar mi vida a tu lado, jamás sería feliz. Sí, qué ojete. Pero desde el primer momento, desde que acepté ser tu novia esa idea cruzó por mi cabeza fugazmente. Es hoy cuando volteo y miro lo que hice de mi misma. Era un monstruo. A mis 21 años era una señora en el cuerpo de una chava, vivía sin disfrutar nada, tenía manías enfermizas (como esa dónde me ponía de malas que mis pies desnudos tocaran la alfombra), me enojaba por todo, me sacaba de quicio hasta la más mínima cosa, me enfermaban tu necedad y tu energía negativa, me molestaba tu mediocridad, me asqueaba tu tibieza, me sacaba de mis casillas tu alcoholismo. No sé cómo me aguantaste. Y la verdad es que yo también sacaba lo peor de ti. Sobre todo en esos últimos meses donde lo nuestro era todo menos miel sobre hojuelas. Ya ves, ¡Hasta te volviste más alcohólico! Cómo olvidar el día que estuviste a punto de madrearme. No te atreviste, tampoco. Y qué bueno, porque si no me sentiría peor de lo que me siento ahora.  Ni tampoco olvido todas las pinches veces que pasé las vergüenzas de que fueras el más pedo de la fiesta. No lo voy a olvidar nunca y no por rencorosa, sino precisamente pa' no volverme a encontrar con un güey tan enfermo cómo tú. 

  Sin embargo, el sábado mientras tu mamá me veía de arriba a abajo (más delgada de lo que nunca estuve contigo, con la piel más bonita, el cabello peinado y la frente en alto) me acordé de esas últimas semanas. Qué asco sólo acordarme de eso. Tuve unas ganas de llorar tremendas. Pero me las aguanté. Me acordé cómo me corriste de la casa, me acordé de cada una de las veces que no me defendiste de tus hermanos o de tu papá cuando se portaban en extremo groseros conmigo (al punto de hacerme llorar), me acordé de lo humillada que llegué a sentirme con tu familia, recordé cómo veía con repugnancia la manera en la que tú y los de tu estirpe trataban a la gente de servicio, recordé cómo me peleaste hasta la última cuchara (porque tú la habías pagado con tu tarjeta), recordé cómo me corriste de la casa hasta cansarte (por teléfono siempre), recordé esa llamada en la que me cantaste bien pedo la de "Vete ya...", recordé cómo me dejaste completamente sola en los momentos en que más te necesité, recordé el nefasto sexo que siempre tuve a tu lado, recordé ese último mail que me enviaste diciendo que ningún hombre jamás volvería a amarme y que ningún hombre jamás volvería a inspirarse en mi para nada (aplastando el último resquicio de mi casi nula autoestima), recordé cómo esa noche huí de esa casa cómo una prófuga (si yo no era mala) y como Ricardo me ayudó a cambiar mis pocas cosas en su Bora plata aunque tuvimos que dar miles de vueltas y terminar agotados en algún punto de la madrugada. Recuerdo cómo lloré, cuánto lloré... porque estaba sumida en la peor depresión que haya vivido jamás. Qué humillación irme así, sin ruido para que los vecinos no me oyeran, cómo una delincuente. Y no. No me llevé NINGUNA de las cosas materiales que peleabas. Te las dejé todas, aunque yo hubiera contribuido a ellas. Te las deje toditas y no por hacerme la mártir, sino porque ya me tenías hasta la madre, porque lo único que yo quería era dejar ese capítulo atrás. Recordé esa primera noche que pasé en la otra casa, durmiendo en el piso, pero tan en paz cómo no había dormido en meses. Recordé como me acosaste hasta el punto en que creí que me iba a volver loca. Cómo me insultaste por teléfono. Recordé cada una de las veces en que me llamaste puta y mil cosas más. Recordé la vez que te encontré en la calle y me perseguiste porque a huevo querías hablar conmigo. Recuerdo tus exabruptos y tus ofensas en Facebook donde me llamaste vividora y cuánta cosa más. Recordé cómo me buscaste hasta en Twitter y oportunistamente te ponías en contacto con todos mis amigos para decir "tu verdad". Inclusive localizaste a Tania Valladares para mandarle una "historia". O "nuestra historia", según tú. Al mismo tiempo que reí con tu asquerosa redacción y las pendejadas que dijiste sentí unas ganas de... de... de vomitar. Eso es. Jamás había tenido ganas de vomitar por un hecho. Tú lograste eso. Qué patético fuiste. Si tan sólo te hubieras escuchado.... Si el dinero les va a dar paz y entonces es cuándo lograré que dejen de buscarme para siempre y será entonces cuando pueda yo saludarlos entre amablemente y de lejos pues SO BE IT. Tomen todo el dinero y llévense lo que tengan que llevarse (qué asco que hable en plural, pero da la casualidad que al final también metiste a tus papás en todo).
   Entonces tu mamá se atrevió a preguntarme que porque no iba a tu casa a pagarles. Ja. Y se lo dije: fuiste tan grosero al final que yo iba a hacer todo menos irte a buscarte para "pagarte" algo que según yo ya estaba saldado. Qué pocos huevitos tuviste siempre. Para todo. Eso es lo único que te deseo: un par de huevitos y energía positiva. Pero ¿Sabes qué? dudo que los consigas. Esos no los venden por ahí. Pero ojalá abras tu mente, porque sólo así se encuentran. 
   Nunca en medio de la ruptura fui grosera o patética. Nunca. Sólo reí (al más puro estilo de mi padre). Reí con todas las canalladas que me hiciste al final. Pero fue precisamente el sábado cuando me di cuenta que tenía que sacar lo que estoy sacando ahorita. Lloré tanto. Y es ya miércoles y sigo sintiendo ese malestar en el pecho. Pero es la última vez. 
   Por último; tomo TODA la responsabilidad en el 100% de la persona que fui y de los actos que cometí en esa relación. Todos y cada uno de ellos. Tú y yo simplemente no éramos compatibles. Tú por aferrarte a la primera mujer que amaste en tu vida y yo por aferrarme a no estar sola y al miedo que me daba lastimarte. Y ya ves, hoy sé que acabé más lastimada de lo que yo misma pensé. Me perdono por las canalladas que hice, por cada una de las groserías, por mi necedad... Tomo responsabilidad hasta de mi humillación y de las cosas nefastas que me hiciste sentir; y lo hago simplemente porque fui yo (y sólo yo) quien te dio el poder de hacerme sentir así por quererte o por aferrarme o por mi baja autoestima. Fuiste y significaste mi relación más larga, la más seria, la "oficial". Te quise, te quise mucho. Hubo momentos en que sí, fuiste el amor de mi vida. Hoy no. Ni lo serás nunca más. Justo iba a poner que no sé porque no le hice caso a mis entrañas desde el principio, cuando me dijeron que yo no iba a ser feliz a tu lado. Pero... ¿para qué? Lo que pasó, pasó. ¿Y sabes? Aprendí muchísimo de mi. Aprendí que a la próxima tengo que hacerle caso a mis entrañas. A la próxima tengo que admirar profundamente al hombre del que me enamore. La próxima he de mirar muy bien a la familia de ese hombre. La próxima tengo que entender de compatibilidad mejor de lo que lo entendí contigo. La próxima vez tiene que ser un hombre que simplemente saque lo mejor de mi, absolutamente lo mejor. Tiene que ser un hombre inteligente. Mucho muy. No el más guapo, pero que con tan sólo verlo me vuelva loca. Tiene que ser un hombre que me enseñe a cada paso, un hombre que aprenda de mi a la vez que yo aprendo de él. Un hombre buenazo en la cama. Un hombre que me trate como igual y a la vez comprenda mi condición de mujer. Un hombre que tenga detalles siempre y que no deje de sorprenderme. Un hombre lleno de ambiciones y de metas. Lleno. Un hombre trabajador. Un hombre de vibra positiva. 

   Entonces, ya va siendo tiempo de perdonarme a mi misma por esas decisiones que tomé a tu lado (y los errores cometidos).  Porque creo (y sólo creo) que esas cagadas son las que me han hecho un poco mejor persona. 

  Espero, con todo mi corazón que llegue el día en que deje de recordar esas cosas malas para acordarme sólo de las cosas buenas que pasé a tu lado. Espero volver a encontrar a tu mamá un día y dejar de sentirme tan enojada y tan humillada. 

   Estoy lista para lo que sea. Para volverme a enamorar, porque no me da miedo. Estoy lista para vivir mi vida llena de unas ganas electrizantes de ser quien soy. Me había olvidado ¿sabes?. Había olvidado a Dana. 

   Ya va siendo tiempo de perdonarme. 

17.11.10

Regálame tus ojos

Escrito en algún punto entre marzo o abril de 2010


Yesterday I saw all the love in the world in a pair of eyes.
   When talking about it I don't know how I can be so strong. I just simply say it. I look at them in the eye and pronounce the words. Totally cold. I guess I don't want them to know I'm sad. I don't want them to know I'm not prepared. I don't want to see who I really am. I don't want them to see me cry.
   Yesterday, when I touched your cold hand I felt something breaking inside. It was my heart, your heart. A heart that took you inside since the day I was born. A heart that loved you for who you were, a heart full of jokes and laughter to make you smile. A heart that even when you didn't speak (as you were used to) understood you a heart that was completely yours on weekends.
   That same heart is breaking. Little by little. It's breaking when I see you suffer. It's breaking 'coz I know you're leaving. 
   And when I look into your green eyes I see deep inside... What are you waiting for? Please, just leave. Please just take him. I can't stand to see him suffer. He is, was and will always be the best man I've known. So please, just take him. I know I'll see him again sometime. So please, just take him. 
   And you, just promise me that you'll come, all dressed in white. You'll kiss me in my dreams and tell me you're just fine. You'll be my little angel in the sky. 
   Yesterday, when I touched your hand I felt something breaking inside. It was my heart, your heart. I kissed your old, I felt it so cold. I told you "I love you" and couldn't help it if I tried; I cried, 'coz I looked into ypur green eyes and I saw it deep inside. You're just waiting, ready, and just waiting. I could see how much you loved me. 
   Recuerdo que siempre te dije que me regalaras tus ojos. You pretended you took your beautiful green eyes out and you gave them to me. So, before you leave, all I want is your green eyes. Like here, like now, looking at me, and showing me ALL THE LOVE IN THE WORLD. 
   Can you really have all the love in a pair of eyes? I don't know, but yesterday I felt it, I saw it... I SAW ALL THE LOVE IN A PAIR OF GREEN AYES. 

10.11.10

La Teoría de los Regalos

Siempre soy asquerosamente romántica para todo. O para casi todo. Últimamente se me ha quitado un poco porque me esfuerzo en hacerme la fuerte. Pero sí, podemos decir que en general me gusta ver las cosas de forma romanticona (entiéndase por tal cosa soñador, sentimental y generoso. Y a la RAE me remito). Bueno, estábamos en que soy romántica y pa' acabarla de chingar intensa. Soy de ésas que cree en las ganas locas de hacer las cosas. 

   Yo siempre creí (en teoría) que los regalos más padres son siempre los que valen nada o muy poco. O a lo mejor que valen millones (si es que tienes pa' pagarlos) pero que se invirtió en ellos mucho tiempo, esfuerzo y creatividad. Vaya, que su costo (monetario) no importa gran cosa. En un mueble de la casa de mi papá, por ejemplo, hállase arrumbado un cenicero hecho por mis manitas de 5 años (en el kinder, sí). Recuerdo haber pensado entonces que el cenicero era bien lindito. Completamente inútil (mi papá nunca ha fumado), pero lindo. ¡Vaya! ¡Lo hice con mis manos! Creí que con ello bastaría para que a mi papá le gustara tal cosa. (¿Ya dije que está arrumbado?).

   En caso es que en algún punto de mi vida, mi alocada adolescencia, el odio de mi mamá a que le regalaran flores y lecturas del tipo Orgullo y Prejuicio, crecí creyendo que los mejores regalos eran aquellos que sin importar el costo tuvieran algún significado. Recuerdo cómo mi mamá se encabronaba de que mi papá le llegara con flores. Decía que era porque a mi papá se le había olvidado su cumpleaños o el aniversario y nomás se conformaba con ir a la florería y comprarle algo (y la neta, no se equivocaba. A las pruebas y el divorcio me remito). Decía que era muy fácil comprar flores y que no había ninguna intención en ello, ningún esfuerzo. Supongo que fue entonces cuando algo hizo click en mi cabeza y me hizo darme cuenta que sí; que no hay ninguna creatividad implícita en unas flores. Sólo una manifiesta falta de imaginación y una intención. 
   Me han regalado tres veces flores en mi vida. Todas ellas rosas. Y no, no eran arreglos en los que yo quedara embelesada, la verdad que no. La segunda vez, por ejemplo era una sola rosa. Roja. Sentí cómo se me revolvían las entrañas cuando la sacó (esa unita rosa) de detrás de su espalda, en medio de sus manitas adolescentes (Could he be anymore of a cliché?). Esa vez, fue por una muestra de amor. La última vez, por ejemplo, fue para pedirme que fuera su novia y en esa ocasión sí era una docena. Adivine usted el color. Sí, rojas. (¬¬). Sólo la primera vez tuvo el susodicho la creatividad (diminuta) de regalarme rosas blancas. Cada una de las veces me acordé de mi mamá. Inevitablemente. 

   También en algún punto de mi vida me di cuenta que lo que mejor sabía yo hacer era juntar palabras, y pensé que entonces, si regalaba mis palabras (inspiradas en amor) podría dar los mejores regalos en la vida. Lamentablemente la gente (amigos, ex novios, familia) prefieren las cosas meramente materiales a lo bonito que pueden ser las palabras. Y entonces empecé a dejar de creer en mi propia Teoría de los Regalos. Y de los detallitos mamones, cursilones y baratones pasé, básicamente a regalar cosas materiales. ¿Pos qué? Si así es más fácil y así le gusta más a la gente. Además dije; "si la gente no se quiebra la cabeza por mi, pues ¿Por qué me la voy a quebrar yo por ella? Casi me di por vencida. Y digo casi... 

   En menos de un mes, hay un ser que ha puesto a prueba la Teoría de los Regalos. Es un ser que siempre encontré harto extraño. Nunca entendía qué era lo que quería decir y siempre me dejaba perpleja (por no decir que me hacía sentir pendeja). Ahora que lo conozco más sólo puedo decir que es rarito (que conste que él mismo usó esas palabras). En punto es que la primera vez me tuvo cómo niña chiquita abriendo cajitas. Desde una muy grande, hasta una muy chiquita. Con instrucciones (las puso adentro). Y una serie de justos 61 detallitos (todos ellos con un costo de CERO pesos). Sonreí mucho. Cómo a las 6 am en un 6 de enero. Y me dejó pensando (hasta solté unas lagrimillas). Maldito muchacho. Porque nunca nadie se había tomado la molestia...
   El otro día me hizo escribirle 3 líneas. Que yo sabía causarían algo. 

  Y hoy, justo hoy me dijo: "te tengo una cosita rara que espero te guste". ASH, lame as I am, me emocioné toda. Era una foto. Con su mano. Sosteniendo una mariposa HERRRRRRMOSA. ¿Cuándo me habían regalado una mariposa hermosa? Pues nunca. Dice que iba saliendo del tren cuando la vio, la recogió creyendo que estaba muerta, le tomó la foto pensando en mi (AW!) y entonces fue que la mariposa revivió (por el calor de sus manos, dice el muy coco washer) y voló. Ya que la vi, la dejé abierta en la pantalla. Mientras escribo este post, está allí, abierta. Y no dejo de ver la textura de sus manos. CALL ME CRAZY. Ese pinche detalle de ir por la calle, ver una mariposa y acordarse de una. CHET. 

   Y nada. Quizás compruebe que mi Teoría de los Regalos es cierta.

   And... Houston, we have a problem. ¿Qué le voy a regalar yo ahora? :S

5.11.10

Amarse

"Uff qué horror ésas que ponen fotos de sus tetas" Me quedé pensando tras esta afirmación. ¿Por qué se ofenden? ¿Por qué las encuentran de mal gusto? En verdad no lo entiendo. Al menos no ahora. Antes, cuando yo era más mocha, hacía ese tipo de afirmaciones. ¿Cuándo cambió la cosa? No lo sé. Pero no lo entiendo. No le veo lo malo a que alguien ame profundamente alguna parte de su cuerpo para enseñarla. Hay quien dice que es porque no se quieren; yo pienso todo lo contrario. Deben de quererse mucho para mostrarse así. Sin tapujos.

   Recuerdo una vez, cuando hacía mucho calor y había unos niños de 3 o 4 años correteando desnudos por el balneario y entonces mi abuela dijo "qué rico andar así". Por aquel entonces yo tendría unos 15 años y le pregunté el porqué de dicha afirmación. Sin titubear me dijo "a esa edad no te importa andar desnudo, no te da vergüenza". Me acordé de eso porque hace mas o menos tres años caminaba yo por la Gran Vía en Barcelona y de repente me salió al pasó un hombre de mas o menos unos 60 años, sonriendo completamente, cargando la bolsa de sus compras (sólo eso); sí, pelotas al aire, descalzo y con una sonrisa de oreja a oreja. No pude más que reírme con él. Lo vi, sí lo vi. Pero no me causó ni repulsión ni nada. Sólo me dieron ganas de sonreír. "Qué tipo tan libre", pensé.

   También he de decir que jamás había visto tantas tetas. Qué impresión. Viniendo yo de México, dónde no hacemos esas cosas. Jajajá. Terminé por acostumbrarme y por admirarme bastante. También a los gays. Porque un día, sin querer terminé en las olimpiadas mundiales gays. Yo fui la que se sintió rara. Y me imaginé como se sienten ellos en medio de un mundo heterosexual. Pffft. Qué sensación tan extraña.

   Y entonces pienso, si a la gente le da la gana andar por el mundo desnudos, si le da la gana poner sus fotos en pelotas... ¿Qué hay de malo en ello? Sean las razones que sean. Según yo, sólo significa que se quieren mucho. O que les gusta algo de su cuerpo. A algunos les gustan sus ojos, y los muestran. A otros más les gustan sus nalgas. O quizás sus pómulos. Tal vez sus orejas. O labios. O voz. O mirada. O cejas. O piernas. O pene. O... Siempre hay una parte de nuestro cuerpo que amamos. ¿Está mal querer enseñarla? ¿Está mal decir "a lo mejor no estoy buenísima, pero qué buenas tetas tengo." ¿Y acto seguido tomar una foto y enseñarla? Esto va más allá de la libertad de expresión. Es la libertad total de amarnos. Y de amarnos presumiendo. Enseñando.

   Entonces me paso por el arco del triunfo esos comentarios de "attention whore" y de "Qué oso con la gente que pone sus avatares enseñando". Yo no. Que yo no lo haga, no significa que esté mal. Al contrario, lo celebro. Lamento mucho también no tener esa educación donde vale madres enseñar. Yo soy más bien pudorosita (a veces). Pero celebro a la gente que se ama tanto para mostrarse. Y la postura esa de "si enseñan es porque no se quieren" o "si disfrutan su cuerpo no tienen amor propio". Jajajá. Al contrario, según yo, lo tienen en demasía.

   Eso de amar tu cuerpo está subvaluado.