16.2.11

Lo que no es normal es disfuncional.


El otro día fui a casa de mi papá. Volteé a mi alrededor y me dio un ataque de risa. "Esto es lo más cercano a una familia que jamás he tenido", pensé.


Una familia es una papá, una mamá y los hijos. Yo hace mucho no tengo eso. Ni recuerdo cómo era. La familia de Denisse es así. La de Ángel. La de Raúl. La de Beto. La de Eva. La de Oliva. La de... la de muchos. Conocidos y por conocer.


Pero hay familias "anormales" como la del Chino, o la de Madardo, O la de Samantha, O la de Diana, o la de Pepe, o la de Gaby, o la de Bear, o la de Aitor, o la de Natalia... o la mía.


Ese día que nos vi allí, ya metidos en una dinámica, ya casi adaptados a esta realidad, es que me doy cuenta de lo cómoda que estoy en los zapatos en los que estoy parada. Tiene mucho que ver con el hecho de que hoy soy capaz de ver lo hermoso de no tener una familia convencional y aún así querernos y de empezar a crear de la nada un amor fraternal sin compartir lazo alguno de sangre.


Me doy cuenta también de que quiero con todo mi corazón que mis hermanas, mi hermano y mis papás sean muy felices, pero que no puedo buscar la felicidad ajena ni entristecerme de las decisiones que deriven en infelicidad ajena. Lo aprendí después de muchos años de pelearme con mi familia al creer que están tomando decisiones pendejas. Me doy cuenta de que la gente no cambia, no porque no quiera, sino porque no se dan cuenta de lo fácil que es cambiar para mejorar, porque somos humanos y solemos caer en malos hábitos o defectos que luego justificamos con "así soy ¿y qué?" y que está bien. Pero así tenemos que aprender a querer a los nuestros. Porque con una pareja se vale decir "me caga que seas así, bye", pero con la familia no. La familia es un vínculo invisible, indestructible e infinito que nos persigue aunque ya no amemos o nos duela o se vaya o... y entonces, más te valdrá amarlos tal cómo son o a amargarte por ello. Tenemos que aprender a querer a la familia justito cómo es aunque nos cague. Aprendí que a veces es más fácil mantener esos lazos unidos, pero limitados. Limitados al hecho de que nos hace daño estar tanto tiempo juntos o que esa persona que amamos tiene defectos que nos son insoportables y es entonces que hay que pintar rayas que nos mantengan con el mismo amor, pero sin enojos.


Y entonces me hallé pensando en las cosas buenas. Ya no pensé en las malas. No pensé en infidelidad, ni celos, ni mentiras, ni el divorcio (todas características que a mi cómo niña no me tocaba analizar, porque era cosa de mis papás, pero que tomé como propias), no pensé en rencor, ni gritos, ni enojos, ni defectos... Me hallé (sorprendentemente) viendo las cosas con un matiz distinto. En vez de recordar lo malo y criticar lo que tengo hoy, opté por encontrar amor en lo disfuncional.




Mi familia es así: Mi mamá en Mochis con mi hermano, que a la fuerza, por cuidar a mi mamá y por vivir en un lugar lleno de narco se hizo un muchachito de 1.90 de 14 años, consentido, chillón y cariñoso. Mi mamá es una mujer súper inteligente, guapa y trabajadora que a veces anda desorientada y con miedo a la soledad que simplemente no se ha dado cuenta de que tiene que creerse la de quererse pa' saber que es lo que se merece una. Los demás vivimos en Hidalgo. Mi papá es un señor bine noble, medio flojo, que pone excusas sin darse cuenta que si no le viera lo negativo a lo simple tendría más éxito, es un ser bien lleno de amor, pero con dificultad para transmitirlo; deportista, sano y buen cocinero. Dayra es una mujer ya, casi mamá, confundida, que no sabe estar sola, inteligente, práctica, activa, enojona, inmadura que decidió unir su vida a un hombre por siempre a la edad de 21. Dariana es la introvertida, la hermosa, a veces parece superficial, pero tiene una sensibilidad increíble, tímida, inteligente, bien gritona, inoportuna y berrinchuda. Está mi abuela que es negativa, loca, grosera e hipocondríaca pero que tiene un humor involuntario loco loco que me hace olvidarme de lo demás. Mi tía la fake nalgas. Y... cuando me dí cuenta estaba Demián a mi lado. Demián es mi sobrinastro y nuevo agregado junto con su abuela (la novia de mi papá, Claudia). Y Demian es un niño bien inteligente, bien sensible, bien lindo si lo quieres, solitario a veces, que extraña mucho a sus papás. Y Claudia es una mujer sorprendente, a veces repetitiva, pero llena de conocimientos prácticos, que adora a mi papá y lo tiene re bien cuidado.


Caigo en cuenta de que ellos no cambiaron, ni cambié yo, que en teoría soy la misma pero no. Lo que cambió fueron los ojos con los que veía a mi familia, a sabiendas de que sin ser "normal" igual se puede ser feliz. Cambió mi actitud hacia ellos y mi amor se hizo sincero, sin reparar en defectos, rencores o errores ajenos. Los quiero así cómo son. No puedo hacer que dejen de pelear o enojarse, no puedo segurime preguntando por qué mis papás no están juntos o qué pasó, ya no puedo seguir dándome explicaciones de lo que ya pasó. En vez de eso hoy elijo mirar, aprender, y amar lo que me rodea, aunque sea "disfuncional".


Hoy descubrí que en la palabra "disfuncional" también hay amor.


Dedicado a todos mis amigos que no tienen una familia normal y que han vivido una ruptura tan fuerte como es la familiar (por la razón que sea) pero que aún así son de las mejores personas que hay en mi vida. Y dedicado a mis amigos con familias "normales" cuyas relaciones siempre se me antojarán fascinantes  y que siempre soportaron estoicamente mis preguntas raras y mis ojos observantes y curiosos al respecto. Dedicado a las familias perfectas que me hacen creer que aún siendo una familia "anormal" se puede ser feliz.

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