21.6.06

A Ana L:

Carta a Ana L.:
Qué raro es saber de ti así. Después de toda una vida juntas... Sigo extrañando las cosas que en el pasado me hicieran tan feliz y que hoy son simplemente imposibles.
Voy caminando, inventándome la gente y los momentos que me hacen feliz, a sabiendas de que algún día mi camino y el de mis inventos que parecen tan posibles pero que ahora son tan irreales se separarán y en un momento estaré sentada, apartada del bullicio de la fiesta, viendo el celular y pensando en todo lo que ha pasado, lo que gané y nostalgicamente, en lo que perdí... ¿Habré acaso ganado más de lo que perdí?
Sigues allí, ¿no? Y tal vez no sea suficiente...
Lloré con lo reciente de nuestros caminos duramente separados, y en un larguisímo y doloroso proceso me perdoné por lastimarme tanto cuando no soy quien para solucionarte. He ido recogiendo pedazo por pedazo las partes de mi corazón que estupidamente rompí. He lidiado con mi dolor a mi manera y he dejado que los que han sufrido a mi lado y tanto o más que yo lidien con el suyo. Y ya no lloro. Hasta hoy. Sin necesidad de inundarme de sal los ojos, te lloro. Porque lloré en silencio tanto tiempo. Tal vez sea que te he perdonando y sin embargo, todavía no puedo estar contigo.
Todo lo malo todavía no se va, todavía los buenos recuerdos no opacan a aquello que me hace desconocerte y temerte; porque ya no quiero que me sigas lastimando. Conozco lo improbable de ello. Siendo quien eres en mi vida. Imposible. Tan imposible como evitar la muerte.
Mientras más lo pienso, más me sorprendo. El amor que te tengo es el más impresionante que existe. El más puro, el más real, el que más perdona, el que más renace de las cenizas, el que más protege, el que más se necesita... Tan pequeñito en su principio, en una celulita, viviendo con la incertidumbre de su primerisímo origen, porque ni mi razonamiento ni mis recuerdos son suficientes o capaces de explicarlo; en mi primer recuerdo ya te amaba con mi corazón, mi mente y mi alma, sin saber el porqué, porque son demasiados los porqués... No hay suficiente vida para numerarlos. Es inextinguible.
Estaré pacientemente extrañando los momentos que inventamos juntas; hasta recoger el pedazo de mi corazón que un día arranqué por decepción.
Y está noche, alejada de mis amigos y la felicidad que con ellos he creado en los últimos tiempos, alejada de la música, el baile y los brindis, pero leyendote y sintiendome cerca de ti... Esta noche me quedaré con el recuerdo de una niña muy pequeña que veía el televisor, a la que le hablaste una tarde, y que acudió a ti para encontrarte metida en la cama leyendo un libro chiquitito; le pediste que se acercara y, siendo tu tan fría como siempre fuiste, le diste un beso en la mejilla y dijiste simplemente "Te quiero mucho". La niña quedó confusa. y te preguntó el porqué de tan extraño gesto. Tu solamente la miraste con una cara tan apacible y sabia, sin contestar... Pero la niña no necesito que contestaras ya nada, no imaginó ni pensó ni supo nada. Simplemente fue feliz.
Es increíble los momentos mágicos y felices que cada uno guarda en la eternidad de su mente, tan diferentes uno del otro, pero que se guardan en la memoria para la posteridad, esos momentos que abren una brecha en tu corazón, que nunca olvidarás, que prenden una luz en el alma, que te hacen seguir viviendo y a los que nos remontamos en los segundos decisivos de nuestras vidas... Aunque el titular de nuestro recuerdo no lo sepa jamás...
Guardaré ese beso en mi mejilla, donde aun lo siento tibio, por siempre.

1 comentarios:

Karl dijo...

De niño le tenia tanto miedo a la oscuridad que no salia despues de las 7, solo en mi casa pensaba que estaba seguro aun cuando habia lugares oscuros, yo me sentia a salvo, hasta que descubri que estando con esas personas tan especiales en nuestro corazon, siempre tendria luz a mi alrededor, con el tiempo deje de tenerle miedo a la oscuridad, siempre que empezaba a temer, recordaba a esas personas que para mi son luz, y la oscuridad deja de tener poder sobre mi.